Así sufre un creador de videojuegos 'indie'

  • Los creadores de videojuegos optan cada vez más por guisárselo y comérselo ellos solitos. La distribución digital ofrece la posibilidad de autopublicarse y encontrar otras vías para lanzar un juego. Hasta los grandes están usando este método tras descubrir el poder del 'crowdfunding'. Pero esto no quiere decir que sacar un juego sea fácil. Al desarrollador Phil Fish le gusta quejarse y no tiene especial aprecio a las grandes compañías, pero explica muy bien los problemas que un estudio pequeño se encuentra al lanzar un juego.

Phil Fish lleva unas gafas de pasta bien grandes, un peinado muy técnico hacia atrás y un bigote que le hacen encajar perfectamente en los cánones de 'lo hipster', 'lo moderno', 'lo gafapasta', o como quieran llamarlo. En los últimos meses (tiempo antes de la publicación de su juego, Fez) se ha ganado el puesto de 'enfant terrible' de la industria del videojuego en todo el mundo por varias declaraciones poco afortunadas y por su aparición en el documental Indie Game: The Movie.

Parecía que Fish llegaba hoy al Gamelab de Barcelona con ganas de arreglar las cosas. Pero sin abandonar su estilo. Lo primero que ha explicado cuando se ha subido al escenario de la feria ha sido que le tocaba hablar sobre 'malas interfaces en los videojuegos', pero que no tenía nada que decir sobre ese tema. Por eso la presentación que ha proyectado en la pantalla durante su charla no tenía nada de texto, sólo fondos de colores. Acto seguido, se ha puesto a hablar voluntariamente sobre la reputación que se ha buscado últimamente.

"Tengo la boca muy grande", reconocía Fish, "por eso ya no hablo con la prensa". De hecho, no hablaba en público desde mayo. Asegura que sus declaraciones (entre sus perlas hay algunas tan directas como esa que decía "los juegos japoneses apestan") han hecho que le critiquen en numerosos blogs y a través de Twitter. Además dice que muchos creen que el aspecto de artista maldito, quejumbroso y hundido que da en Indie Game: The Movie refleja la realidad.

Fish se justifica diciendo que grabó durante el desarrollo de Fez, un juego que le ha llevado cinco años crear. En una de las escenas de la película se ve cómo el creador monta él sólo un stand para una feria mientras está pendiente de firmar un contrato que, de no salir adelante, puede buscarle muchos problemas. Y además, tenía a las cámaras siguiéndole. Dice que tenía derecho a estar de mal humor y deprimido.

Esa furia ya se le ha pasado pero le queda algo para criticar a la industria. Fish le ha dedicado (como él sabe) unas palabras a las editoras de videojuegos y muy especialmente a Microsoft, que fue la compañía con la que gestionó el lanzamiento de Fez.

Se queja de las trabas que pone Microsoft para que un estudio pequeño (Fish tuvo algún compañero, pero terminó el juego solo) saque adelante su obra. "¿Sabéis cuánto cuesta un kit de desarrollo de Microsoft? ¡Diez mil dólares!", ha exclamado, "¡Pero si es una puta Xbox!". Fish ha contado que por culpa de políticas como esta, todavía tiene deudas con la compañía de Bill Gates. Comenta, además, que luego son ellos quienes controlan las fechas de salida y el precio final del producto.

En Steam (la mayor plataforma de distribución digital de juegos para ordenador), en cambio, las trabas económicas son infinitamente menores y la libertad es mucho mayor. Fish está convencido de que su juego tenía que ser para consola y no para ordenador, pero parecía algo arrepentido de no haber aprovechado las facilidades que ofrece Steam.

Otro problema llega cuando los creadores quieren actualizar el juego para añadir contenido o reparar errores. Para poner uno de estos 'parches' los desarrolladores tienen que pagar 40.000 dólares a Microsoft, algo que en Steam no pasa. Decía Phil Fish que parece que quieren ponértelo difícil para actualizar tu juego… "excepto si es Minecraft" ha espetado el creador con una mueca irónica de sospecha. Minecraft es uno de los bombazos 'indie' de 2011, ha llegado a Xbox casi a la vez que Fez y añade contenido con bastante frecuencia. Alguna pulla, aunque sea leve, tenía que salir de su boca.

Todos estos dolores de cabeza se han acabado, pero Fish sigue sufriendo. Dice que publicar un juego, especialmente si te ha costado cinco años como este, "es como parir y al mismo tiempo mandar a tus hijos por primera vez al colegio". Le resulta raro ver que eso que lleva cinco años guardando en secreto, enseñando en porciones pequeñas y medidas, ahora esté al alcance de la mano de cualquiera.

Fish se levanta cada día y no sabe qué hacer, porque lo que lleva un lustro haciendo cada mañana ya se ha acabado. Tiene ideas, está trabajando en ellas, quiere hacer videojuegos, pero a la vez confiesa que está agotado. El sufrimiento no cesa para el desarrollador 'indie'. Pero Fish, por lo menos, se desahoga cada vez que puede.

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