Barbadillo, la historia de una de las grandes bodegas gaditanas

  • Después de más de ciento treinta años de existencia, hoy cuentan con diecisiete bodegas, todas ellas bajo la sombra del castillo medieval de Sánlucar.
Bodega
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Barbadillo es una simbiosis en la que se conjuga la alegría de las tierras gaditanas, la influencia del Duende, ese que dicen que habita en el Sur y, de las corrientes que el Guadalquivir en su desembocadura al Oceáno Atlántico, imprimen de carácter y contagia para crear una personalidad propia en la bodega como Castillo de San Diego, Barbadillo para los amigos. Monserrat Molina, su enóloga, describe los vinos de Barbadillo, como el resultado inevitable de un vino que sólo podía darse en Tierra de Cádiz, en Sánlucar de Barrameda.

La historia de esta bodega se remonta a los años veinte del Siglo XIX, cuando tras independizarse Méjico de España en 1821, Beningno Barbadillo y su primo Manuel, retornan a España para comprar su primera bodega, El Toro. Así, y gracias a su carácter emprendedor crean el primer vino manzanilla de la historia, del que exportó una bota (barril) a Estados Unidos, logrando un gran éxito de público y crítica, que le impulsa a crear su primera etiqueta con el nombre de Divina Pastora.

Tras esa primera bodega y después de más de ciento treinta años de existencia, hoy cuentan con diecisiete, todas ellas al amparo y bajo la sombra que proyecta el castillo medieval de Sánlucar. En sus bodegas hoy destilan vinos, manzanillas y brandy. Una larga trayectoria de emprendimiento empresarial que la sitúa en el exclusivo grupo de empresas decanas españolas, una de las diez más antiguas.

A los evidente méritos de la bodega para situarse en el lugar que hoy ocupan, deben mucho de su posicionamiento primero, por supuesto, a la visión de Antonio Barbadillo que en los años 80 se da cuenta de que en España no existe un vino blanco, suave y afrutado que sirva para acompañar el pescado y el marisco. Un vino fácil de beber. Y la influencia de La Dorada, ese gran grupo de restauración ya extinto, que introdujo el vino en su propuesta haciéndolo popular para las clases adineradas que acudían en masa a sus restaurantes, hasta que se posicionó como el blanco número uno de nuestro mercado.

Castillo de San Diego, Barbadillo, es un vino elaborado sólo con uva palomino fina, la uva caracterísitica del Sur, que da como resultado unos vinos frescos y ligeros, ligeramente afrutados que siguen siendo uno de los grandes compañeros para beber con platos de pescados y mariscos. Su singular elaboración obtiene el mosto yema, por decantación, por la fuerza de la gravedad, no por presión mecánica, tras lo cual, se fermenta durante doce días a temperatura constante.

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