Bergen, tierra de vikingos y fiordos y casas pintadas que no se olvidan

  • Para contrarrestar un paisaje de cielos grises dio vida al puerto pintando las casas que asoman al mar de vivos colores de tonos pastel.
Bergen
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No sólo fue la Roma clásica la que nació bajo siete colinas, un número tautológico que se repite en la fundación de tantas poblaciones a lo largo del mundo y en este caso también en Bergen, una población escondida al abrigo de las montañas y al refugio del azote del Atlántico Norte, escondida en una lengua de agua protegida por múltiples islas que hacen de parapeto contra las inclemencias del clima nórdico. Bergen esboza su colorida personalidad, tras una naturaleza prodigiosa. Los fiordos, enormes empalizadas verticales donde se adentra el agua y macizos rocosos que salen a encontrarse con el mar.

Bergen es una población que ha vivido siempre del mar, un mar que le ha servido como vía de comunicación con el resto y como despensa de la que no sin esfuerzo ha obtenido el sustento diario. Bergen vive bajo el agua de una lluvia fina que cala dos de cada tres días del año. Una ciudad que para contrarrestar un paisaje de cielos grises dio vida al puerto pintando las casas que asoman al mar de vivos colores de tonos pastel. Tras esa fachada colorida se articulan callejones inverosímilmente estrechas, llamados ‘Smau’. Pavimento de adoquines desgastados por el tiempo que acaban en pequeñas plazas en las que destacan iglesias góticas.

Bergen mantiene su flota de pesca, verdadera industria de la ciudad. Los pescadores embutidos en sus trajes color butano hacen posible que en la ciudad se mantenga una de las lonjas de pescado más activas de toda la zona en la que se vende un pescado recién capturado, excelentes salmones, huevas de pescado, incluso increíbles bocados de ballena, cigalas terciadas. Desde el puerto y a última hora se puede subir al monte Floyen para desde lo alto y con una cerveza contemplar Bergen en todo su esplendor y disfrutar de una interminable puesta de sol.

Como tierra de vikingos visitar el castillo de Berhenhus del siglo XII, para descubrir las impresionantes salas en la que el Rey Hokan recibía audiencias y daba cuenta de tremendos banquetes. La iglesia de Santa María es la edificación más antigua de la ciudad y la construcción más señaladas por su magnífico y rico interior y sus singulares torres gemelas. Otra de las zonas características de la ciudad son el medio centenar de casas de los siglos XVIII y XIX. A media tarde una copa con calma en el entrañable y cálido del FG Bar en el Hotel Hanseatsike.

Como la música y el arte forman parte de la vida de los ciudadanos de Bergen, se puede visitar The United Sardine Factory, en tiempos la mayor conservera de pescado del país. Con una gran visión las autoridades locales lo han reconvertido en un moderno y vanguardista Centro de Arte. No puede perderse una excursión en barco para contemplar con sobrecogimiento la monumental visión de los fiordos desde el agua, inmensas moles graníticas, verdaderas empalizadas verticales que parecen cerrarse mientras el barco se adentra lentamente por las profundidades del desfiladero.

A media tarde una cerveza en Kafe Kippers en donde preparan buena cocina orgánica de recetas inspiradas en la más profunda tradición de productos locales. Enhjorningen es un establecimiento emblemático en donde comer el mejor pescado. Para dormir, nada mejor que hacerlo en el Hanseatiske Hotel, un edificio patrimonio mundial de la Unesco y el único ubicado en la zona del puerto (Bryggen). Antiguamente fueron dos casas de ricos comerciantes del siglo XVIII. Ahora se han unido y se han decorado de forma imaginativa, pero manteniendo la tradición y el sabor del viejo puerto de mar que le incorporó al mundo.

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