Llega el polémico cambio de hora: cómo combatir los efectos de atrasar el reloj

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A las 3.00 de la mañana serán las 2.00. Eso sucederá el próximo domingo de madrugada como viene ocurriendo cada último fin de semana de octubre desde 1974. Porque en pocos días vuelve el cambio de hora, por el cual todos tenemos que dar marcha atrás nuestro reloj para adecuarlo a la nueva estación. Aunque realmente esta modificación viene motivada por el objetivo de corregir la adecuación del horario español al de la Alemania nazi, que se produjo en 1942. 

La intención de la UE es que dejemos de una vez una hora fija y de cambiar cada poco el reloj, ya que la mayoría de ciudadanos lo reclama. Pero, hasta que la medida entre en vigor no nos queda más remedio que atrasar el reloj este domingo. Esto implica que en pocos días tendremos menos horas de luz solar y anochecerá mucho antes.

Un nuevo horario que a muchas personas les causa estragos durante los primeros días hasta que consiguen que su organismo se adapte. Porque lo que muchos consideran una "suerte" por tener "una hora más para dormir o salir" el fin de semana, para otros es un suplicio, ya que les supone unas semanas muy cuesta arriba hasta que se acostumbren. 

En concreto, el cambio de hora puede afectarnos a todos, no hay un colectivo más propenso que otro. Si es cierto que las autoridades sanitarias advierten de que los efectos pueden ser más intensos en niños y mayores y en personas afectadas con alguna demencia o algún trastorno psicológico. El resto puede tardar en acostumbrarse a la nueva hora dos o tres días, mientras que estos colectivos pueden tardar hasta 10 días.

Efectos y cómo combatirlos

Las principales consecuencias de mover el reloj es que tenemos que cambiar las rutinas y costumbres de nuestro organismo, principalmente para comer y dormir -habitualmente, siempre lo hacemos a las mismas horas-. Es decir, tenemos que alterar los ritmos internos que organizan nuestras actividades fisiológicas en función de los ciclos de luz y oscuridad.

De este modo, cuando cambiamos de hora es frecuente sentir cansancio, fatiga, problemas para conciliar el sueño, irritabilidad por la falta de descanso, problemas digestivos e incluso falta de memoria. Son síntomas similares a los que se sufren cuando se tiene jet lag.

Pero, al igual que éste se pasa en un par de días hasta que nos acostumbramos al horario del lugar en el que estamos, el cambio horario también se asimila, aunque es cierto que el cambio al horario invernal suele ser algo más difícil de digerir. Por ello, se pueden realizar una serie de gestos o técnicas para que sea lo más llevadero posible.

Los expertos aconsejan ir un paso por delante e ir ajustando las rutinas a la hora en la que estamos a punto de entrar. Por ejemplo, 15 minutos durante los cuatro días previos. Es decir, comer 15 minutos antes o levantarnos 15 minutos antes para que el día del cambio no cueste tanto. Algo a tener en cuenta es evitar las siestas en los próximos días, sobre todo el fin de semana, porque esos descansos pueden hacernos quedarnos en vela la noche siguiente.

Igualmente, hay que evitar el alcohol y el tabaco lo máximo posible y también hacer deporte en las horas previas a irnos a dormir, porque de este modo tendremos la adrenalina por las nubes antes de acostarnos y costará más conciliar el sueño. 

Además, se recomienda realizar técnicas de relajación antes de meternos en la cama si nos cuesta mucho dormir. De hecho, eso es algo que se puede dejar como una rutina fija en nuestro día a día, ya que es muy beneficioso para potenciar el descanso. Igual que dejar de lado el móvil y las redes al menos una hora antes de dormir. Por último, es importante que la habitación esté bien ventilada, que no haya ruidos y, a poder ser, tampoco luz. De este modo, podemos habituarnos al cambio de hora mucho mejor y que no afecte las próximas semanas.

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