Capitán Fanega no es un personaje de Mota sino un vino que nació de un sueño

  • Mientras otros pensaban en jugar al fútbol, con 16 años, Mario Ruiz Clavijo sólo pensaba con elaborar su propio vino.
Capitán Fanegas
Capitán Fanegas

Seguramente el haber crecido en el seno de una familia de bodegueros de más de cuatro generaciones, de haber jugado entre barricas, de haber crecido empapándose de los aromas de taninos, de haber escuchado de sus abuelos historias de terruños y cepas centenarias; conformaron la personalidad y el futuro de Mario Ruiz Clavijo, quien mientras otros pensaban en jugar al fútbol, con 16 años, el sólo soñaba con elaborar su propio vino. Con esa personalidad rebelde de la adolescencia, sólo pretendía elaborar vinos disruptivos, diferentes y que rompieran con lo establecido.

Mario recuperó antiguos viñedos olvidados que ya en tiempos cultivaba su bisabuelo. De las parcelas propias de la Bodega familiar Marqués de Arviza, Mario escogió un viñedo con unas características propias muy personales y singulares. Una producción muy restringida, inusualmente reducida para hacer un vino muy controlado, con una personalidad muy marcada, en la que el viñedo antiguo conforma la personalidad de unos vinos que Mario comercializa con su propia etiqueta bajo el sello de Ruiz Clavijo Family Estates.

Capitán Fanegas no es el super héroe de José Mota, sino que hace alusión a la antigua medida que se utilizaba en el campo para medir las parcelas. Cinco fanegas corresponden a una hectárea). Capitán Fanegas 2011 fue el primero de una saga de tres vinos que el jovencísimo Mario ha elaborado. Es un blanco reserva, con cuerpo y estructura, como deben de ser los buenos vinos blancos, un vino con identidad y personalidad que define la fruta y la madera de la barrica en la que ha envejecido. Menos de tres mil botellas borgoñonas numeradas y con la etiqueta en relieve.

Elaborado en microvinificaciones, Mario ha elaborado un coupage a partir de tres uvas: Viura (70%), malvasía (20%) y garnacha (10%) crecidas en un viñedo de La Rioja. Después se ha añejado en barrica francesas de tostado medio, durante dos años, lo que le infiere al vino una un volumen y una untuosidad que construyen el cuerpo con el que aparecen en la copa. Tras el envejecimiento en barrica el vino reposa otros dos años en depósitos de cemento para que no se oxide, resultando un vino envolvente y complejo pero fresco y sutil. Un blanco diferente a los del resto de la Denominación.

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