Contador llega a la cumbre (de Bruselas)

  • Europa se jugaba hoy mucho en la cumbre de los países que comparten el euro como moneda, y Alberto Contador quemaba también en otra cumbre, la francesa del Galibier, algunos de sus cartuchos finales para intentar ganar el Tour de Francia.

José Miguel Blanco

Bruselas, 21 jul.- Europa se jugaba hoy mucho en la cumbre de los países que comparten el euro como moneda, y Alberto Contador quemaba también en otra cumbre, la francesa del Galibier, algunos de sus cartuchos finales para intentar ganar el Tour de Francia.

Mientras los líderes de la eurozona intentaban dar las últimas pedaladas para llegar a un acuerdo en torno al segundo rescate a Grecia, Contador daba las suyas en la mítica cima gala y se dejaba en ella gran parte de sus esperanzas.

Como los jefes de Estado y de Gobierno se hicieron de rogar a la hora de desvelar sus decisiones, muchos periodistas, técnicos, escoltas, funcionarios de la UE y miembros de las delegaciones asistentes a la cita ocuparon gran parte de la sobremesa en seguir las evoluciones de los ciclistas en una de las últimas jornadas de la ronda francesa que se antojaba decisiva.

No hubo mucho problema para encontrar la forma de ver las imágenes de la etapa por televisión, porque pudieron seguirse en algunas de las pantallas del edificio del Consejo Europeo.

Eso sí, no en las de tamaño gigante situadas en la sala de prensa. Hubo que desplazarse hasta la cafetería para observar a los integrantes del pelotón y escuchar allí comentarios de todo tipo acompañados de expresiones de júbilo o decepción en función del origen de los mismos.

En esa particular Babel se pudo confirmar que el cariño no es precisamente el sentimiento principal que hacia Contador se desprende de quienes tienen el francés como lengua materna.

Cuando el de Pinto no lograba reducir la distancia que kilómetro a kilómetro iba añadiendo sobre él el vencedor de la jornada, Andy Schleck, proliferaron los gestos de ánimo al luxemburgués. También en lengua inglesa.

Y a ellos se añadieron sonidos onomatopéyicos e interjecciones cuando quedó rezagado, incluso, del grupo perseguidor de Schleck y cuando entró en la meta 3,50 minutos después. Todo ello contrastó con los aplausos con los que se recibió la llegada del vencedor.

La diplomacia con la que se desarrollan las relaciones entre los países europeos fue la guía para la relación entre los seguidores de unos y otros, para que todo se aceptara con naturalidad y para que no hubiera problema alguno más allá de ciertas miradas de reojo.

Si el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, salió en defensa de Contador en medio de la polémica por el supuesto positivo por clembuterol que dio el corredor español en el Tour del año pasado, en esta ocasión estaba lo suficientemente ocupado debatiendo con sus colegas europeos como para romper una lanza por él.

Algunos periodistas españoles lo hicieron con la esperanza, ya muy desinflada, de que cambien las tornas en las tres jornadas que le quedan a la vuelta francesa.

Después de cinco años seguidos subiendo a lo más alto del podium en los Campos Elíseos, los ciclistas españoles habían malacostumbrado a su afición...y a la que habla francés.

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