El hotel Marqués de Riscal debería estar incluido en todas esas listas que señalan los hoteles con encanto, los hoteles de lujo, los hoteles singulares y los hoteles gastronómicos. Porque su situación en medio de la tierra del vino, junto a la localidad medieval de Elciego mantiene el silencio y la tranquilidad de estar rodeado de viñedos centenarios; por su arquitectura característica, sublime, etérea y voluptuosa, de formas imposibles, diseño de Frank Gehry; y por la excelente propuesta gastronómica que firma Francis Paniego.
En medio de un paisaje único, del cual brotan vides centenarias que, en esta época del año luchan por transformar los muñones cerrados de sus cepas, en racimos prietos de uva tinta que se vedimiarán cada nuevo otoño. Un paisaje de senderos solitarios, animado por el susurro y tintineo del agua que corre por el río. En la lejanía, el pequeño pueblo de Elciego, de casas de fachadas con blasón y las torres de la iglesia de San Andrés que contrastan con las placas onduladas de colores rojos, azules y violetas que simulan la decantación de una buena botella de vino tinto.
El edificio es uno de los más característicos que se han levantado en España en los últimos siglos. Junto al Museo Guggenheim de Bilbao, obra del mismo arquitecto, no existe en nuestra arquitectura reciente obras que muestren tal grado de plasticidad impactante, que desde la quietud de una estructura fija, se retuerzan sobre sí para mostrarse impactante y bella. Una obra que según declaro Gehry refleja el placer del vino. Definido a través de colores: el titanio-rosa, el vino; el oro, la malla que recubre la botella; y el plata que representa la cápsula.
Mientras la bodega centenaria guarda tesoros que duermen en sus cavas protegidos de la luz y del ruido; convirtiéndose por el sólo efecto de tiempo en incunables cuyo valor en dinero deja de tener sentido para convertirse en piezas de museo. Bajo esa misma estructura de titanio; Francis Paniego, que transformó el restaurante familiar de Echaurren en dos estrellas Michelin, obra una cocina identitaria y de raíces que muestra a través de un gran menú gastronómico la cocina del lugar. Una cocina que reivindica un territorio y su forma de combinarlos con el mejor vino de la casa.
Vino y buena gastronomía
Y si el hotel alberga dos de los grandes placeres del que puede disfrutar el ser humano: el vino y una buena gastronomía; aunque sólo sea por aquello de que no hay dos sin tres, Marqués de Riscal pone el acento en el cuidado personal, con un spa de altura, y tratamientos corporales y faciales con productos tanto de la marca Caudalie, como otros basados en las propiedades revitalizantes de la uva. Un baño en barrica en el hollejo de uva, además de piscina climatizada, chorros de agua a presión, un hamman, sauna finlandesa y jacuzzis.
Elciego, Álava
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