El tortuoso camino del reto digital financiado con fondos públicos

  • Instituciones apuestan con luces y sombras por el desarrollo de proyectos digitales. Un ejemplo es Europeana, la gran biblioteca digital que catalogará los fondos culturales de más de 27 países, o Irekia, plataforma desarrollada con software libre y licencia Creative Commons que se ha convertido en la primera experiencia de este tipo en España.
Irekia, proyecto con licencia Creative Commons
Irekia, proyecto con licencia Creative Commons
Markus Steen

Organizar el conocimiento que hay en la Red, acercar el patrimonio cultural a los ciudadanos o ejercer de verdadero servicio público. El entramado digital de las instituciones públicas se moderniza para hacer frente a los retos que demanda la sociedad de la información. Pero, ¿a qué precio? ¿Es útil para el ciudadano?

 

Un caso paradigmático de la nueva ola de proyectos digitales liderados por las arcas públicas ha sido Quaero (en latín "yo busco"): ambicioso buscador impulsado por Francia y Alemania para combatir la hegemonía de Google en este terreno.

Su lanzamiento fue anunciado a bombo y platillo en 2005 con un presupuesto de 200 millones de euros pero el Gobierno de Angela Merkel abandonó su desarrollo un año más tarde por discrepancias sobre su diseño y ahora se encuentra atascado. Según informó el diario International Herald Tribune, había cierta resistencia a la idea de que un proyecto de este tamaño fuera financiado tan sólo con fondos públicos.

Un error que no quieren volver a cometer los ideólogos de la última criatura europea: Europeana. Esta gran biblioteca digital, conocida como "la Wikipedia de la cultura europea", tiene el complicado reto de digitalizar y catalogar los fondos culturales de más de 27 países y cuenta con un presupuesto de 120 millones de euros para 2010 y 2011.

 

"Ha habido un cambio de actitud en los últimos años, de un recelo a una postura mucho más activa por parte de las instituciones", indica el director del portal cultural Dosdoce.com Javier Celaya, que califica Quaero como un punto de inflexión en este tortuoso camino: "Se han dado cuenta de que es imposible competir con Google en innovación. Sin embago, como dueños del patrimonio cultural, tienen la obligación de salvaguardarlo y crear un entorno como Europeana", explica.

Google: ¿enemigo o aliado?

 

Hoy en día hablar de internet es hablar de Google y sus servicios. La compañía ha tenido la iniciativa para proveer de tecnología a distintas instituciones culturales europeas pero su posición dominante y el reparo para establecer alianzas ha dejado en el aire algunos proyectos conjuntos aunque al final ha imperado la lógica.

 

"Europeana sólo ha reunido fondos previamente digitalizados por los países involucrados. Las bibliotecas europeas han preferido que sea Google quien les haga gratis el trabajo de escanear sus fondos", cuenta Delia Rodríguez, periodista especializada en temas tecnológicos. "Hay que aprovechar su innovación pero no debemos permitir que una empresa privada sea la puerta de entrada al conocimiento", advierte Celaya.

 

Además de la difusión del patrimonio cultural, otro reto digital de los gobiernos ha sido acercar la Administración a los ciudadanos y aprovechar las oportunidades que brinda la Red. Gran culpa de esta nueva tendencia, bautizada como Open Government, la tiene Barack Obama y su idea de abrir el Estado a los ciudadanos para ser lo más transparente posible.

Irekia, proyecto con licencia Creative Commons

 

Una filosofía que ha seguido de cerca el País Vasco a través de Irekia, plataforma desarrollada con software libre y licencia Creative Commons que se ha convertido en la primera experiencia de este tipo en España. Con Irekia los ciudadanos vascos pueden leer noticias y datos del Ejecutivo vasco, analizar y discutir sus medidas. Internet al servicio del ciudadano.

 

Para Tíscar Lara, vicedecana de Cultura Digital en la Escuela de Organización Industrial (EOI), es fundamental que los proyectos digitales impulsados con fondos públicos sean útiles: "Hay proyectos que fracasan porque son difíciles de utilizar. No se le puede pedir al usuario una enorme formación para utilizarlos", explica.

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