Los mitos de la carretera: La excelente ternera asada en el Mesón Borleña

  • Las nuevas infraestructuras acortan las distancias pero a la vez impiden descubrir locales como este restaurante al llegar a Cantabria.
El Mesón Borleña en Cantabria.
El Mesón Borleña en Cantabria.
El Mesón Borleña en Cantabria.
El Mesón Borleña en Cantabria.

Es cierto que el desarrollo y las nuevas infraestructuras acortan las distancias y aproximan los destinos haciendo que lugares que antiguamente requerían casi un día entero de viaje, hoy sólo necesitan de unas horas. Sin embargo, reducen el viaje a un mero tramite que casi todos tratan de despachar en el menor tiempo posible. El fin es llegar a destino eliminando todo lo accesorio del viaje. Por supuesto se eligen autovías en lugar de viajes carreteras, hoy secundarias, que recorren paisajes de belleza indescriptible y, por supuesto se obvian míticos restaurantes de carretera, como el Mesón Borleña, en favor de cafeterías impersonales.

Hace décadas cuando una familia viajaba a Santander, tenía dos referencias donde parar a comer: En Burgos, el Hostal Landa, para comer huevos fritos con morcilla y; el Mesón Borleña, donde se hacía y se hace una ternera asada que no ha superado nadie en España. Cuando se dejaba atrás la Tierra del Cid, se recorría el Páramo de Masa, un paisaje amable y duro a la vez, se ascendía el Puerto de Carrales para acto seguido enfilar las rampas que ascendían el Puerto del Escudo, la niebla, impenetrable, se abatía sobre el asfalto. Se entraba en un mundo de pastos verdes y cielos nublados que no se disipaban hasta llegar a Borleña.

Hace más de cincuenta y algún año que Manuel y Sara, La Nena, abrieron un pequeño bar de carretera que como tantos en aquella época, ejercía como tienda de ultramarinos para los vecinos. Abrían casi de madrugada para dar desayunos a los primeros camioneros que frecuentaban la ruta hacia la Meseta. Pronto, la fama de los guisos de La Nena se extendió entre el gremio y no era raro ver camiones aparcados a ambos lados de la carretera. Entonces, nadie consultaba guías gastronómicas, los camiones en la puerta de un local era el santo y seña de que allí se comía bien, abundante y barato.

A principio de los años noventa, Begoña, su hija, y Domingo, tomaron el relevo modernizando el local, abriendo un pequeño hotel y actualizando la cocina. Obviamente los guisos de La Nena siguen estando presentes en la carta. Su rabo de toro y la excelsa e insuperada ternera asada en salsa. Se mantienen guisos contundentes como las alubias blanca, o rojas, con chorizo. A nuestro juicio estas últimas son ligeramente superiores en sabor, ternura y textura. Muy buena la menestra de verduras, muchas de ellas locales o de proximidad y a un extraordinario precio que no llega a 7€. El cocido montañés tan bueno como el mejor.

A tenor de las comandas y los platos que circulan por la sala en las mesas contiguas, los pescados parecen impecables, pero nunca los hemos probado, porque es casi imposible sustraerse al efecto adictivo de la ternera asada en salsa. Más que blanda, tierna, más que buena, sabrosa, rica, jugosa, rozando la perfección. El lechazo castellano al horno es más que notable. Los postres caseros se encuentran al nivel del resto de la cocina. Arroz con leche, la leche frita o el flan de huevo, este último especialmente conseguido; permiten concluir la comida con la sensación de haber comido rico, rico, rico, a un precio imbatible.

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