Añadas Frías 2016, un blanco raro, exclusivo y bueno, de Bodegas Pujanza

SEGUIR

• 

Introduzca el texto aquí

La Guardia es uno de esos pueblos sorprendentes a los que viajas buscando experiencias relacionadas con el vino y acabas descubriendo el encanto de un pueblo fortificado cuyo urbanismo ha mantenido intacto el caso histórico haciéndose accesible sólo a peatones. El maravilloso pórtico policromado de la iglesia de Santa María de los Reyes, donde resalta la que dicen es la imagen más bella de la Virgen y el carrillón del Ayuntamiento; hablan por sí solas de monumentos que envidiarían muchas ciudades europeas. Si a ello añadimos las vistas que se disfrutan sobre el Valle del Ebro y la Sierra de Cantabria, La Guardia adquiere otra dimensión.

La Rioja es tierra de vinos tintos, dominio de la uva tinta del país, la uva tempranillo, de la que se elaboran los vinos con más solera de la Península. Si bien esto es así, la zona no es ajena al buen vino blanco, un vino que nace a partir de la uva viura, una variedad que fue introducida en el Valle del Ebro tras la epidemia de filoxera por su resistencia y dureza y por sus rendimientos que la hacen de las uvas más productivas de la zona para producir vino blanco. Bodegas Pujanza se ubica en La Guardia, desde donde se domina la evolución de las viñas que crecen a los pies de la Sierra de Cantabria bajo la cual gestionan un puñado de parcelas propias.

Añadas Frías es la enseña de los vinos blancos de la bodega de la que cada año se saca una pequeña producción, pero que hasta la fecha sólo se ha comercializado en tres ocasiones. La producción de 2007, 2010 y la de este año, que ha obtenido una puntuación sobresaliente de 95 puntos en la revista especializada Wine Advocate de Robert Parker. Con una producción limitada de la que sólo se han producido unas 1.800 botellas. Es un vino muy cuidado y pensado del que sólamente cuando todas las condiciones son óptimas, completan el proceso de su comercialización.

Es un vino blanco elaborado al 100% con uva Viura. Añadas Frías es uno vino fresco, elegante y rico en matices y en aromas. Al tiempo guarda una muy buena estructura y se muestra ligeramente glicérico en boca. Este vino encuentra su razón de ser en las características que adquiere la uva en las añadas más frías. La elaboración se produce en barricas nuevas de Roble Francés de 225 L y 500 L, que alargan la crianza por un periodo de seis meses en las mismas barricas. De este modo se obtiene la máxima expresión de la finca de la que procede, resultando idoneo para beber con pescados, mariscos y quesos.