A los hermanos Aparicio se les conoce más en el mundillo gastronómico por La Raquetista, la taberna ilustrada que abrieron casi cuatro después de la inauguración de Cachivache, su estreno en la escena culinaria madrileña. Sin embargo, aquella ha adquirido un mayor prestigio, probablemente por estar en la zona tabernaria de Retiro y jugar en la misma liga y al mismo nivel que las grandes tabernas de la zona: Laredo, La Castela, La Montería... Por el contrario, Cachivache se encuentra una buena zona, en la calle Serrano, a espaldas de la calle Oruro, con muchos bares, pero de menos quilates.
El éxito de Cachivache fue pausado y tranquilo en un primer momento, pero tras unos arranques ‘al ralentí’, no han dejado de llenar el local. De hecho, hemos necesitado más de media docena de intentos para poder volver a encontrar mesa para cenar en fin de semana. Si hubiera que poner un pero al local, tal vez, diríamos que la dificultad para reservar y para encontrar incluso un hueco en la barra, sería una de las grandes barreras para repetir... La verdad es que los hermanos Aparicio, Javier en la cocina y Paco un poco a todo; han logrado dar con una fórmula de éxito que llena sus locales.
Una apuesta por una cocina bien trabajada, en la que los productos siendo de primera, no son los más caros, los que después elevan el importe final en la factura. Platos resultones, en la boca tremendamente efectistas, porque Javier logra potenciar los sabores de una forma controlada y con sentido, capaz de ir un punto más allá en cada receta. Si a una propuesta en la que tanto los platos de carta, como los fuera de ella, resultan tremendamente atractivos; les suma un precio más que ajustado (25€ persona); el lleno, abarrotado, está asegurado.
Algunos de sus platos se han hecho fijos en la carta, casi desde su inauguración (al menos desde la apertura de La Raquetista, donde ya los probamos hace años). La ensaladilla rusa, los torreznos (aunque los que he tomado siempre en La Raquestista estaban infinitamente mejores), los huevos con patata y trufa, de sobresaliente; tacos de chicharro, chipotle y aguacate; los de cochinita pibil; o el milhojas de tomate, aguacate y sardina; entre los primeros, son junto con las croquetas de jamón ibérico; imprescindibles.
De entre los principales, a pesar de ser un plato tan trillado, la pata de pulpo braseada, está mucho mejor que la media; el risotto negro de chipirones y mascarpone, notable; las albondigas de butifarra del Valle de Arán, muy ricas, aunque un poco más esponjosas, hubieran merecido un sobresaliente; las carrilleras al curry al mismo nivel que el resto de los platos. Javier borda los platos de cuchara, si se los ofrecen, no duden en probar los garbanzos con butifarra y setas, es un plato del que no se olvidarán nunca.
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