Las disrupciones arquitectónicas que supusieron la eliminación de la líneas rectas de Casa Batlló y Casa Milá, o la elevada espiritualidad de las agujas de La Sagrada Familia, han encumbrado Barcelona con uno de los destinos más vanguardistas. El Mercado de la Boquería, las docenas de restaurantes con estrellas Michelin y sobre todo su amplia oferta de restauración, en los que la tradición se ha cuidado hasta el extremo, pero se versiona en un formato mucho más moderno, existen propuestas tan interesantes e informales como Caldeni-Bardeni.
Sí, el título puede parecer un juego de palabras más o menos afortunado, pero de casta le viene al galgo. Tanto el apellido como el oficio. El padre de Dani Lechuga estuvo vinculado al mundo de la carne y esa querencia ha acabado apareciendo en la propuesta que ofrece Dani en su segundo establecimiento. Suponemos que la formación junto a Aduriz y a Arola, ha servido a Lechuga para ir adaptando su fórmula y su propuesta hasta dar con la más acertada. En 2014 abre Bardeni, pared con pared con Caldeni, su primer local. Tras una serie de pruebas decidió unirlos espacialmente pero manteniendo la esencia de cada uno.
Bardeni, el local donde la carne es tentación. Una propuesta más informal, de barra, sin reservas, ni formalismos (de la que se ha ido contagiando Caldeni) en la que su razón de ser, el adn de su cocina es la carne es tantas versiones como Lechuga ha sido capaz de imaginar y todas ellas de un nivel gastronómico más que notable. Aunque es cierto que desde que se unieron ambos locales, la creatividad se ha limitado un poco en favor de una mayor sencillez, por otra parte igual de resultona y efectiva. Lechuga ha entendido como el público evoluciona y demanda soluciones más informales y económicas y hacía allí puso rumbo con gran éxito.
Un local de líneas sencillas y limpias, paredes de azulejos que reflejan como un espejo y sobre las cuales se dibuja al gran protagonista del local: La vaca. Negros, rojos y cremas se combinan en una puesta en escena que no distraen de la razón de ser del local: La carne, que tantos (incluso ellos mismos) han venido en denominar ‘Meat Bar’ porque supongo creen que en inglés suena y se concreta la fórmula mejor. Una carta en la que en la zona de barra, la mayor parte de sus platos se ofrecen en un tramo de precio que va desde los 5 a los 10 euros cada uno, de modo que el ticket medio no suba de los treinta euros.
Dani ha sabido y ha demostrado tener una capacidad de cambio y adaptación fabulosa para ir variando el rumbo hasta encontrar la fórmula acertada. No todo el mundo es capaz de reinterpretarse con tanta agilidad y soltura. En todo caso siguen dominando platos como el canelón de vaca vieja, de notable alto. El steak tartar entre los mejores de Barcelona; el carpaccio de chuleta de vaca, de maduración adecuada para mostrar un sabor largo y contundente. El lomo de buey, una de las piezas más y mejor interpretadas por su equipo de cocina y como no, sus croquetas de butifarra con las que completar un menú carnívoro notable.
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