Hay varios casos en el panorama gastronómico español en el que ejecutivos, profesionales liberales de cierto éxito, deciden reinventar su vida. Supongo que llega un día en el que internamente uno encuentra que el modo de vida que había llevado hasta ese momento, ni le satisface, ni le llena; y en cambio hay una fuerza interior que te empuja a intentar dar rienda a tu pasión. Véase el caso de Andrea Tumbarello y el éxito obtenido en su Don Giovanni; o Juanjo López en La Tasquita de Enfrente. Este es también el caso de al menos uno de los socios de El Ingrediente.
En los aledaños de la calle Ponzano, uno de los polos de atracción alrededor del cual han abierto multitud de restaurantes en los últimos años, cada vez más, extiende sus tentáculos hasta las calles adyacentes. En Alenza, hace apenas un año que dos socios, Miguel Ángel López y David Gutierrez abrieron un pequeño garito cuyo interior modesto y muy sencillo, con un pequeño comedor decorado en tonos blancos, nada hacía presagiar el nivel atrevido y resultón de una cocina que, como adelanta el rótulo, cuida el producto y sus elaboraciones son imaginativas y con mucho sentido.
Una carta muy corta de apenas algo más de una docena de platos permite por un lado, concentrar la capacidad de su diminuta cocina, por otro, mantener una despensa sólo con el mejor producto disponible y por último, centrarse en lo que realmente saben hacer bien. Es cierto que una vez que conoces los antecedentes que han traído a David y a Miguel Ángel hasta la cocina, sin apenas experiencia, sorprende la frescura y el descaro con que presentan sus platos en un alarde de sabias combinaciones de producto y sabores con el punto adecuado.
La posibilidad de que todos los platos de la carta se puedan servir en medias raciones nos permite probar una mayor variedad. Incluso, ofrecen la oportunidad de elaborar un menú degustación que muestra de forma más fidedigna todo el potencial de El Ingrediente. Así, un suculento arroz con pato, naranja y crudites de verdura exquisito; o un steak tartare con el punto justo, incisivo, pero equilibrado. El guiso de lentejas con curry verde y codorniz royal es profundo y sabroso. Y la ensalada tibia de puerro, escarola y tomate, es una entrada medida, rica y sutil.
Más allá de la decoración de la sala que, no es más que un reflejo de los recursos iniciales con los que cuentan los socios al abrir el local, hay signos que nos delatan y anticipan la calidad de una cocina: el pan, que aquí es de La Miguiña; una carta corta que indica que desde la cocina se tienen las cosas claras y sólo elaboran aquellos platos que dominan y controlan, una carta con postres caseros de verdad, o incluso los aperitivos con los que dan entrada a la comida; son señales que nos muestran donde se esconde una buena cocina y ésta es buena y, sobre todo, prometedora de algo más interesante aún, es cuestión de tiempo.
C/ Alenza 5, Madrid
Teléfono: 911 37 59 72
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