El alto contenido en teína del té matcha acelera el metabolismo y reduce el tiempo del proceso digestivo, estimulando así la producción de los jugos gástricos. Tiene un gran poder saciante pero sin sensación de pesadez, por lo que resulta especialmente adecuado para tomar después de comer. Por otro lado, tiene un efecto regulador del apetito, ayuda a reducir el colesterol e incluso mantiene a raya los niveles de insulina y la presión arterial.
Para entendernos, el matcha es un té verde con diez veces más poder antioxidante que la infusión tradicional, muy apreciado por su intenso sabor y por sus múltiples beneficios para el organismo. Para conseguir esta variedad, que desde hace siglos ha protagonizado la ceremonia japonesa del té, se tapan los arbustos en los que crece durante aproximadamente un mes antes de recogerlos, para ocultarlos del sol y así retrasar su crecimiento. De esta manera las hojas adquieren un intensísimo color verde gracias a su elevado contenido en clorofila. Y al contrario que el resto de tés, el matcha no se consume infusionando las hojas, sino machacándolas hasta conseguir un polvo fino que se añade al agua para aprovechar todas las propiedades de los compuestos que poseen sus hojas.
Los expertos aseguran que el té matcha tiene una gran capacidad antioxidante e inmunoprotectora. Es capaz de controlar los radicales libres durante todo el proceso digestivo, su elevado contenido en fibra mejora el tránsito intestinal, regula el azúcar en la sangre, controla los niveles de colesterol y el metabolismo de las grasas. Su consumo también aumenta la resistencia, la combustión de calorías, mejora nuestro estado de ánimo y potencia la concentración.
Aunque tiene un gusto muy particular y difícil de describir, una mezcla de hierba cortada y té que a muchos les recuerda a alguna verdura, el matcha tiene también un gusto fresco, ligeramente amargo, muy adictivo. Eso sí, al menos al principio, conviene tomarlo con azúcar o algún edulcorante porque su sabor puede resultar demasiado intenso.
Por sus mil y una propiedades y sus facilidades para combinar con postres, smoothies y helados, el té en polvo japonés se ha hecho muy popular en los últimos tiempos como paradigma de las bebidas saludables. El salto a Instagram fue gracias a celebrities como de Gwyneth Paltrow, Jennifer López, Ashley Olsen o Jessica Alba, verdaderas adictas a este polvo verde, que lo consumen con leche (matcha latte) o añadiéndolo a las comidas, y que han conseguido poner de moda lugares como Panatea, MatchaBar y Chalait, por asegurar en sus redes sociales que es allí donde preparan los matchas de Estados Unidos.
En España aún no es sencillo encontrarlo en cualquier parte, pero cada vez hay más restaurantes y cafeterías (Suís & Bowls, Okashi Sanda, Panda by Hattori Hanzo, Bendita Locura Coffee & Dreams), que lo conocen bien y donde se puede disfrutar de maneras muy diferentes: como una tradicional infusión caliente, como bebida fría en una versión moderna y refrescante del Iced Tea o, lo último, en lattes de colores.
Colored matchas, la tendencia del momento
Suís & Bowls, anteriormente Café Suís, es un local tradicional de Gràcia que ha sido reinventado por su dueña, Cristina González, dando un giro a su filosofía, su carta, su interiorismo y su ambiente. El nuevo recetario, elaborado con ingredientes de temporada y de km 0, está formado por platos sanos y equilibrados, protagonizados por los famosos superalimentos. En su afán de revolucionar el panorama healthy barcelonés, Cristina es una de las pioneras en traer a España la gran tendencia del momento, los colored matchas.
De la mano de una empresa local, Matchacolors, que trabaja a base de productos 100% naturales, Suís & Bowls cuenta con diferentes matchas elaborados a partir de una combinación de té y sustancias nutritivas como el coco, el açaí o la espirulina. El resultado son bebidas sabrosas, sanas… y muy llamativas. La variante azul, por ejemplo, es una bomba líquida que ayuda a fortalecer las defensas. Lleva té azul Oolong, blue spirulina, butterfly pea flower, inulina y vainillina. Al fin y al cabo, las pociones mágicas siempre han sido de colores.
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