Gu, el Club Náutico de San Sebastián, para disfrutarlo en otoño con vistas a la bahía

  • Porque en San Sebastián hay vida más allá de las tapas de la parte vieja y de las cocinas sublimes de los tres estrellas Michelin.
Imagen del club náutico de San Sebastián.Imagen del club náutico de San Sebastián.
Imagen del club náutico de San Sebastián.Imagen del club náutico de San Sebastián.
Imagen del club náutico de San Sebastián.Imagen del club náutico de San Sebastián.
Imagen del club náutico de San Sebastián.

¿Han tenido la oportunidad de poder disfrutar de un día soleado de otoño en La Concha? Si no lo han hecho, anímense a pasear recordando los turistas que todo lo invaden en verano y comprobar como todo vuelve de nuevo a la normalidad y a la calma. Cómo el Paseo Marítimo vuelve a mostrar todo su esplendor. Cómo desde la barandilla blanca de hierro forjado de la playa se contempla la arena y el mar solitarios de nuevo. Cómo al adentrarse en ‘Lo Viejo’ y voltear una esquina se contempla alineadas la Catedral y la Iglesia del Coro, desnudas, sin gente. Cómo disfrutar de Gu, el restaurante del Náutico y las mejores vistas sobre La Concha.

Si las tapas que rebosan las barras de los bares de la parte vieja son sin ningún lugar a duda la opción más tentadora para la gente que llega de fuera, y si para cualquiera resulta irresistible una cena en cualquiera de los dos establecimientos de la ciudad que ostentan las tres estrellas Michelin (Arzak y Akelare); hay otras opciones, que pasan desapercibidas para la mayoría y que, sin embargo, pueden ser igual de gozosas y placenteras. Desde tomar una de las mejores tortillas de Donosti en la terraza de un pequeño local como Zabaleta, a espaldas de Zurriola; a contemplar la bahía más bella de España detrás de la cristalera de Gu, la cocina del Náutico.

El Náutico es uno de los edificios más singulares de la ciudad, no sólo por su emplazamiento, junto al antiguo Casino, hoy ayuntamiento, colgando sobre La Concha; sino por su diseño, obra de los arquitectos José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen, que levantaron ‘un barco’ sobre la playa en el primer tercio del pasado Siglo XX. Un lugar único en la ciudad y que sin embargo, hasta que los hermanos Medina decidieron explotarlo, quedaba restringido a unos pocos socios que en verano disfrutaban de un envidiable solarium y un comedor privado.

Uno de los platos para degustar mirando al mar.
Uno de los platos para degustar mirando al mar.

En 2015 y tras una buena reforma en la que se acristaló toda la fachada que da a la playa, se convirtió en el gran balcón al mar. Ahora la sala deja pasar, toda la luz del sol y empaparse de toda la belleza que la bahía de La Concha es capaz de irradiar. Desde entonces el espacio se ha configurado para actuar como restaurante, y terraza, además de dos barras para copas y discoteca. Si se acerca un día cualquiera entre semana a comer, disfrutará y mucho, de un buen servicio, de una cocina a medio camino entre las raciones y las tapas y de la tranquilidad necesaria para poder relajar la mirada sobre el mar, Ondarreta y el Monte igueldo.

Una cocina sencilla pero rica, de platos agradables para los que no se requiere grandes elaboraciones, pero que son resultones, como unas anchoas que se cocinan con el refrito que les da sabor; un pulpo bien tratado sobre puré de patata, un rico y fresco tartar de salmón y aguacate, entre otros. Además, ofrecen un menú por 40€, que incluye una entrada de foie y compota, unas correctas croquetas de jamón, y una crema de calabaza con un punto de jenjibre. Como principales una merluza y un solomillo para acabar los salados una torrija con helado.

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