La calidez del Hotel Jaizkibel y su tremenda gastronomía

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Durante muchos años el monte Jaizkibel fue un reto al que un buen amigo nos animaba a afrontar andando a paso ligero tal y como él hacía de joven augurándonos no pocos jadeos en su ascenso; y una sorpresa magnífica al coronarlo para comprobar como el río Bidasoa rompe en dos el terreno para separar Francia de España, mientras el océano extiende sus dominios hasta donde alcanza la vista. Jaizkibel resiste los embates del mar que forma, recorta, lima y suaviza las rocas que asisten impávidas ante un mar que colorea su cara de tonos mágicos, insospechados.

Jaizkibel es también el hotel que dirigen Marga Gaztañaga y Diego Rodríguez, así como el punto al que tras un esfuerzo notable pero reconfortante, nos acoge para descansar, asearnos, comer y beber hasta reponer las fuerzas. El hotel muestra un estilo afrancesado de elegancia sencilla, de colores pastel, ambiente cálido, confortable y sobre todo natural en el que uno se siente a gusto porque bien podría ser la casa que nos gustaría tener a cada uno, en caso de disponer de los recursos para decorarlo.

Igor Fernández, asturiano de nacimiento, inició su recorrido en la cocina estudiando en la escuela de hostelería de Llanes, después se formó en varios restaurantes de su tierra y en algunos otros en Guipúzcoa, hasta que llegó a Lasarte, la cocina del gran maestro Berasategui, donde realmente se empapó y aprendió lo que es auténtica cocina de vanguardia, no sólo por moderna, sino por puntera e innovadora. Su paso por Lasarte fue un punto de inflexión para atender posteriormente una etapa en el restaurante Mateo en Oiarzun y en el Hotel María Cristina en San Sebastián.

Unas cigalas a la plancha con tomate y cebolleta y vinagre de mostaza; hongos frescos sobre patata confitada y huevo a baja temperatura y foie, magnífico. Merluza con panceta ibérica, espinacas; y un pichón francés con una crema de castañas deliciosa y unos higos salteados que aporta un matiz dulzón extraordinario. Además, su arroz con bogavante es excelente y el cochinillo asado y deshuesado, que se cocina hasta dejar la piel curruscante y la carne sabrosa.

Un regalo poder disfrutar de la cocina de Igor, un menú degustación compuesto por un puñado de platos, de corte elegante, con gusto en el doble sentido de la palabra, con una ejecución casi perfecta de cada uno de los platos, y todo a un precio absolutamente de 38€, que lo hace aún más atractivo y recomendable. Si a eso añadimos una bodega suficientemente interesante como para poder disfrutar de alguna etiqueta agradable a precios contenidos, que logran que toda la experiencia sea sobresaliente.

Hotel Jaizkibel

 Baserritar Etorbidea 1, Hondarribia

 

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