Hablar de La Costa es hablar del desarrollo y evolución de El Ejido. Es un relato que narra en primera persona una historia de superación y transformación que ha sabido superar y transformar un erial que apenas permitía un cultivo de subsistencia hasta convertirlo en la mayor huerta de Europa. En los últimos años 60 en la zona comenzaba una incipiente labor de mejora y crecimiento de los cultivos de la zona. Los agricultores acudían a las subastas de verduras y hortalizas y paraban al borde de la N-340 en un pequeño y humilde bar que compartía espacio con la empresa de transporte que daba salida hacia el resto de España y tímidamente Europa.
El esfuerzo, el trabajo y el emprendimiento de los agricultores se transformar la zona convirtiendo El Ejido en una de las poblaciones más ricas de España y en la zona de cultivos orgánicos tecnológicamente más avanzados del mundo. A esa evolución que revolucionó el campo almeriense no fue ajena La Costa que fue adaptándose al ritmo y los gustos de un público cada vez más pudiente y que pedía comer y beber mejor. Así, fueron ampliando una barra que había servido como mesa de reuniones en la que cerrar una gran parte de las empresas locales y donde surgieron las primeras reivindicaciones del sector.
La barra se amplió con un gran mostrador y se abrió un comedor donde se instauró un gran menú del día que se confeccionaba cada día en base a dos premisas irrenunciables: Emplear a los mejores cocineros para que elaboraran los platos con los mejores producto locales. Esta filosofía ha sido durante todos estos años el eje sobre el cual La Costa mantiene su propuesta gastronómica, lo que le ha valido el reconocimiento como mejor restaurante de Andalucía Oriental y una estrella Michelin que le fue concedida hace ya doce años. Producto de huerta orgánico y ecológico de calidad sobresaliente a sólo unos pasos de su restaurante y maravillosos pescados de lonja de la zona.
Una saga familiar que ya va por su tercera generación en la persona de José Álvarez. Un cocinero de esos que han nacido para estar entre fogones. José se decantó desde muy joven por el oficio primando desde el principio, la formación práctica sobre la teórica y académica. José afirma que donde realmente se aprende es trabajando y experimentando en la cocina sobre el terreno entendiendo el producto y aprendiendo las diferentes técnicas que permiten extraer el máximo de cada receta. José dio el relevo a su padre en el año 2002 con el objetivo de modernizar la propuesta de La Costa, manteniendo los clásicos guisos de siempre que tanta fama le dieron.
Las tapas y raciones siguen haciendo de la barra el lugar animado y concurrido que ha sido siempre. Su carta de tapas evolucionadas distinguen a La Costa como el mejor lugar para tapear en la zona. Un gran expositor exhibe el mejor marisco y pescado de la zona, parte de los cuales sirven para completar el menú degustación de ocho platos salados y dos postres. Platos de muchísimo sabor. Imbatibles las quisquillas de hueva azul, cocidas con agua y vapor de mar que intensifica su sabor yodado. Su clásico más celebrado el milhojas de calabacín con boletus, foie y virutas de micuit sigue deleitando a todos. Excelente interpretación de una fideua marinera que desborda sabor.
José elabora el que tal vez sea el mejor salmonete que hayamos probado. Más de año y medio de pruebas para afinar el resultado ha dado lugar a un lomo oxidado al Jerez, logrando así un resultado vitreo y cristalino a la vista, impecable, jugoso y magistral, en la boca ¡un plato diez! La cherna que sirve tras el salmonete resulta más que notable a pesar de lo alto que puso el listón el plato anterior. El cochinillo, como remate final de la comida puede que sea el plato más plano de la serie, lo que no menoscaba en modo alguno la alta calificación general que se experimenta y disfruta en La Costa.
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