Ochenta Nextdoor: una apuesta asequible y accesible a la alta cocina

  • Recetario clásico pero de forma reinterpretada, guiños a la coctelería y un precio ajustado en uno de los clásicos de Las Tablas.
La sala y su curiosa techo, repleto de bombillas © Ochenta Nextdoor
La sala y su curiosa techo, repleto de bombillas © Ochenta Nextdoor

Cuando en 2010 José Manuel Vidal y su socio Óscar García Torrente se aventuraron al inhóspito terreno de Las Tablas para debutar en la cocina madrileña muchos pensaron que se trataba de una locura. Ahora, con el tiempo dándoles la razón, la realidad es que se han asentado en el panorama gastronómico del norte de Madrid, siendo uno de los place to be de este joven barrio.

Aquí iniciaron su andadura con Ochenta Grados, al que pronto secundaría Ochenta Grados Malasaña, abierto en 2013. Desde entonces, ambos se han convertido en una referencia de cocina moderna, variada, de ticket ajustado y abierta para un sinfín de públicos distintos. Bajo esos mismos preceptos pero elevando la propuesta, como corresponde a dos cocineros que se fraguaron en restaurantes como Arzak, Zuberoa o el Alameda de Hondarribia, aparece Ochenta Nextdoor. Su nombre, con un doble sentido que no se escapará a los más observadores, se lo ofrece el hecho de compartir pared con Ochenta Grados Las Tablas –la casa madre- pero también el haber conseguido ‘abrir’ una siguiente puerta que eleve el nivel gastronómica.

Educados en la Escuela Superior de Hostelería Luis Irizar de San Sebastián, José Manuel y Óscar pronto comprendieron los nuevos vuelos que la gastronomía contemporánea cogía. De esta forma han creado un completo ‘regalo’ gastronómico en el que el contenido, el continente y la presentación conviven en una misma división. Haciendo una cocina divertida, ecléctica, capaz de meter en la misma carta a recetas tradicionales –como el solomillo Wellington- con innovaciones como el falso risotto de pulpo con foie y jugo espumoso de coco. Son sólo dos detalles de un sello que ya les ha convertido en una referencia dentro de Madrid pero es sólo la punta de lanza que Ochenta Nextdoor ofrece.

El sorprendente crujiente de champiñón © Ochenta Nextdoor
El sorprendente crujiente de champiñón © Ochenta Nextdoor

Concebido como un restaurante completo, Ochenta Nextdoor abre la puerta a un estilo de restaurante desenfadado, capaz de albergar diferentes propuestas y opciones, según el día que quieras disfrutar. Puedes abrir la veda con su coctelería, elaborada al momento, con la que maridar algunos de sus platos, que además son muy fáciles de compartir. O puedes apostar por sentarte tranquilamente en sus mesas altas para disfrutar de una velada larga. No temas al leer mesas altas, ya que no significa las incómodas banquetas con las que muchos restaurantes nos han acostumbrado en los últimos años. Las sillas de 80 Nextdoor permiten poner los pies en el suelo, una característica que comparte con el estilo culinario del local y con los precios de su carta, muy ajustados para el nivel gastronómico que ofrecen. Y no es una forma de hablar.

Solomillo Wellington © Ochenta Nextdoor
Solomillo Wellington © Ochenta Nextdoor

Pequeñas curiosidades como el crujiente de champiñón, crema de queso y vinagreta de aceitunas (más un toque de trufa) o el tartar de salmón con quinoa crujiente son entrantes, altamente compartibles, que sorprenderán a los paladares más sibaritas. Algo más clásicas pero con una vuelta de tuerca en la presentación aparecen, por ejemplo, el jarrete de ternera en rulo con foie, convirtiendo en una suerte de canelón un corte exquisito y meloso de la res. O el huevo Nextdoor, que presenta un huevo poché con guiso de calamar y patata frita que traslada al plato combinado del imaginario colectivo a un escalafón superior dentro del mundo de la cocina. Junto a ellos y también en la primera batería de entrantes –sustanciosa, con 12 referencias- aparecen las croquetas de cocido, que aquí se bordan en una bechamel untuosa y con auténticos trozos de carne presentes en su interior. No como las manidas croquetas que ni por asomo jamás pertenecieron a tan noble guiso.

Los segundos, con una preponderancia de la carne, son un compendio de cocina clásica, enseñada en escuela de hostelería pero trasladada a un público mucho más abierto. En esta suerte de democratización culinaria encontramos al mencionado solomillo Wellington –una rareza en cualquier carta y que aquí se sirve por 15 euros (sí, has leído bien, 15 euros)-, el rabo de toro a la royale y su crema de patata –un brindis por Parmentier- o la merluza con gnocchi a la meunière, demostración de que no sólo los pescados planos se entienden a la perfección con esta salsa.

Lomo de merluza con gnocchi sobre salsa meunière © 80 Nextdoor
Lomo de merluza con gnocchi sobre salsa meunière © 80 Nextdoor

Todo ello presentado, como dijimos antes, en un ambiente en el que el envoltorio también cobra protagonismo. Un diseño cuidado y amplias cristaleras, en las que la luz es protagonista durante los mediodías, son las poderosas razones por las que este lugar se convierte en el paradigma de la sinceridad gastronómica en Las Tablas. Una propuesta honesta y transparente, tanto como el hecho de tener la cocina vista, que comprende a la perfección los nuevos rumbos de la gastronomía. Toda una reivindicación de que hay que prescindir de los corsés culinarios y sobre todo comprender que comer realmente bien no tiene por qué suponer un derroche económico.

Ochenta Nextdoor

Paseo Tierra de Melide, 5
Teléfono: 91 427 03 12.

Abre de 13:30h a 16:00h y de 20:30h a 00:00h. Cierra las noches de domingo y lunes.

Mostrar comentarios