Restaurante Barrera, una gran casa de comidas en el barrio de Chamberí

  • Aún quedan casas de comidas sobresalientes cuya propuesta mantiene la esencia de recetas de siempre y un producto excelso.
Fachada del restaurante en la calle Alonso Cano de Madrid.
Fachada del restaurante en la calle Alonso Cano de Madrid.
Fachada del restaurante en la calle Alonso Cano de Madrid.
Fachada del restaurante en la calle Alonso Cano de Madrid. / Google Maps

Parece imposible que a estas alturas aún existan locales que a pesar de que no están en boca de casi nadie, no les falta clientela, porque arrastran una legión de fieles que de forma callada disfrutan de su cocina. Son establecimientos que se encuentran en una segunda juventud a pesar de llevar algunos incluso varias décadas entre nosotros. Como muestra, un Matritum, una joya escondida en la Cava Alta, el 9 de Barrutia, una diminuta taberna en el Barrio de Justicia, o un Barrera, el restaurante, o mejor dicho, la casa de comidas de las hermanas Barrera, en pleno Barrio de Chamberí.

Y Barrera gusta por su estilo callado, discreto, pero elegante, puede que incluso un poco burgués, pero sencillo por encima de todo. Gusta porque aunque cuenta con una clientela fiel que frecuenta el local es fácil encontrar una mesa. Gusta porque ha sido capaz de sostener un tipo de cocina de toda la vida, un tipo de cocina casera, que gusta a todo el mundo y porque contra modas y corrientes a las que se han sumado la práctica mayoría de los establecimientos gastronómicos, Barrera ha mantenido su estilo. Gusta porque si en otros locales se ofrecen ceviches, tatakis y chipotles, aquí mandan las patatas revolconas y torreznos.

Y es que parece imposible que alguien que argumenta con patatas revolconas pueda aunar un consenso tan explícito y unánime a su favor y como contraste a los platos más modernos y uniformes que aparecen en las cartas de casi cualquier restaurante. En Barrera la carta, no se escribe, la carta se canta. La propia Ana Barrera se encarga de recitarla y que, como en todas las cartas que están bien pensadas, sólo se ofrece producto de temporada y sólo se cocinan aquellas recetas que se dominan. Por ello hay que pensárselo mucho para decidirse porque, todo ello es tentador y es difícil desechar unas opciones para escoger otros.

En todo caso y gracias a ello, elija lo que elija, celebrará cada plato porque en Barrera se cocina a fuego lento, pucheros que borbotean durante horas para que los fondos bien hechos empapen de sabor cada alimento. Extraordinaria ensaladilla de bocado servida en cucharillas individuales. La ventresca, muy sabrosa y la merluza rebozada, resulta delicada y rica, destacan en el apartado de pescados. Las chuletillas de cabrito lechal de palo, jugosas y crujientes para comer con las manos y chuparse los dedos. La perdiz es uno de los platos bandera de Barrera y el rabo de toro bien guisado es sobresaliente.

La Bodega es más que notable. Aunque no es muy extensa las referencias están muy bien escogidas, cada una de las etiquetas que tienen disponibles son cuando menos singulares. Una gran pequeña e incompleta bodega. A los postres, todo casero, la tarta de manzana y la de limón, resultan sobresalientes. El detalle final de la nota manuscrita con una caligrafía envidiable, es sublime. El que alguien se moleste (mejor dicho se tome un tiempo) en escribir a mano cada uno de los platos que ha consumido, supone una atención más hacia el comensal cuando tiene que aflojarse el bolsillo. Cocina y trato sobresalientes.

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