Restaurante La Buena Vida, una parada obligatoria en Madrid

  • Un local al que apetece volver porque su ambiente invita a ello, porque su carta nos incita a probar más cosas y por un servicio amable sin forzar.
La buena vida
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Alejadas de las principales arterias que el tráfico rodado o peatonal inunda cada día, existen calles en Madrid que esconden zonas con mucho encanto que siguen siendo unas grandes desconocidas para aquellos que tratan de disfrutar de la ciudad. En el entorno de la Plaza de las Salesas, una zona impregnada del charme parisino, se disponen calles con un comercio de librerías, teatros y galerías, tiendas de moda de firmas singulares con sugerentes escaparates y restaurantes apetecibles como La Buena Vida de cocina muy cuidada.

Si tuviéramos que definir La Buena Vida, el restaurante de Carlos Torres y Elisa Rodríguez, diríamos que es un restaurante apetecible. Sí es un local de esos a los que apetece volver, porque su ambiente invita a ello, porque su carta nos incita a probar más cosas y porque el servicio que dirige Elisa es amable sin forzar y hace la estancia más agradable si cabe. Pero como a todos los restaurantes lo que les da una razón de ser es su cocina, y esta se sustenta sobre el buen producto de temporada y recetas con la naturalidad adecuada para ser caseros y la sofisticación de la cosas bien hechas que le hace más atractivo.

Una carta de extensión limitada, diseñada con la suficiente amplitud como para no repetir que incluye un puñado de platos por cada apartado, pero con la contención lógica para no perderse. En cada estación la carta pone el foco sobre aquellas recetas que incluyen los mejores productos de temporada. Verduras de invierno y erizo en esta época del año. Los guisantes de lágrima y espárragos según los días se van alargando. Pescados azules y bonitos en verano; y la potencia de los platos de caza y las setas cuando los árboles comienzan a perder su color y sus hojas ¡Con informes así cómo no va a apetecer volver!

Si bien hay ciertos platos que se mantienen a lo largo de toda la temporada como la raya a la mantequilla negra, uno de sus clásicos. Desde el momento en el que nos sentamos a la mesa, comprobamos que el restaurante tiene dueño, es decir, que este está se ocupa y preocupa de la cocina. Que los casi veinte años que lleva abierto es porque se cuidan los detalles. El pan se hace en casa con masa madre, los tapenades del aperitivo son caseros. El celo de Carlos va tan lejos que hasta fríen sus propias patatas chips y elaboran los helados y postres del final.

De entre los primeros destacar los rebozuelos, o los mejillones al curry (hecho en casa), el arroz de carabineros y las verduras naturales, cocidas al punto. De los pescados, la raya mencionada y el atún en tres texturas: Steak, Sashimi y tataki. En el apartado de la carnes manejan cortes nobles como el de lomo alto de vacuno que presentan en la mesa en su punto. A los postres la fina tarta tatin de manzana o el helado al PX, componen un menú que merece la pena.

La Buena Vida

Conde de Xiquenna número 8
Madrid

 

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