Innsbruck, la ciudad de la nieve y las azoteas que merece una visita

  • Una ciudad plagada de bares en azoteas y rodeada por nueve estaciones de esquí a menos de media hora.
Innsbruck
Innsbruck
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Innsbruck es una ciudad imperial levantada sobre el puente original que cruzaba el río Inns para unir ambas orillas. Protegida por una imponente barrera de montañas que en los meses de invierno regala a quien la visita una vista incomparable y pone a su disposición nada menos que nueve estaciones de esquí a menos de media hora. 300 kilómetros de pistas diseñadas para los más expertos en la zona norte y otras más sencillas hacia el sur. Innsbruck es una urbe de dimensiones humanas, fácil de pasear, tranquila y académica. Su universidad con cerca de 30.000 alumnos inundan los bares y terrazas que se disfrutan en las azoteas.

Elegantes casas de tonos pastel alineadas en las principales avenidas peatonales del centro otras de fachadas de colores que al otro lado del río forman la fotografía característica de la ciudad con las cumbres nevadas detrás. Innsbruck imperial vertebrada por el paseo de María Teresa que se extiende desde la puerta de entrada, pasa por la columna dedicada a la Virgen y converge en las primeras fachadas de origen medieval, donde brilla el tejadillo de oro que recuerda el que un día habitaron allí los príncipes del Tirol.

Una ciudad que la arquitecta Zaha Hadid ha modernizado con sus diseños para incorporarla al futuro. Para un latino es sorprendente y difícil de entender el amor que los centroeuropeos sienten por la música. Óperas, conciertos y obras de teatro se multiplican cada semana en el fastuoso Teatro Regional del siglo XVII. Monumental, recio, y elegante en su austeridad el palacio imperial de Hofburg, clásico y representativo alberga hoy una sucursal del famoso Sacher Café, donde entre otras cosas se puede probar el dulce de chocolate más identitario del país austríaco.

A Innsbruck se le conoce desde las azoteas que observan la ciudad a vista de pájaro. El hotel Adlers, desde cuya terraza acristalada situada en el piso doce, se obtienen las mejores vistas de Innsbruck y desde donde no sólo se puede tomar una copa, sino que se puede cenar muy bien. Es el ‘must see’ de la ciudad tirolesa. El 360 Grad es el bar más icónico de Innsbruck, una pecera acristalada con vistas 360º en la azotea de un quinto piso con vistas sobre los tejados de la ciudad. Probablemente es la terraza más animada a cualquier hora, sobre todo al atardecer.

Invinum es una de las tabernas más antiguas de Innsbruck, ofrece una buena selección de vinos por copas y botellas, y es uno de los sitios donde disfrutar de un buen aperitivo. Uno de los platos más característicos en Austria es el escalope conocido como wiener schnitzel. Para probarlo el Sacher Cafe muy bueno además de sus famosas tartas. Otra opción es probar pescado en el restaurante junto al río, dentro del mercado municipal donde disfrutar de preparaciones a la parrilla sentado en la galería acristalada mientras se contempla el otro lado de la ciudad y las montañas al fondo. Konditorei Munding es una verdadera tentación para golosos, sus tartaletas de frutas y en especial la de limón son irresistibles.

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