Si le gusta conducir, como reza el anuncio, una de las rutas más espectaculares que se pueden hacer es la que desde Miami pone rumbo al Sur para recorrer algo más de cien millas. Se atraviesan más de cuarenta puentes que sobrevuelan un océano azul que se extiende hasta más allá de donde alcanza la vista. Como un truco del mejor ilusionismo, el sol pinta un mar de colores que van desde un azulado verdoso vivo y fascinante, a un tono plateado, más sereno y tranquilo.
Para disfrutarlo más, alquile un Mustang descapotable y llévelo a través del Océano, con el Atlántico a un lado y el Golfo de Méjico al otro.
Snorkel, kayak, pesca y paseos en barco salpican la US Route 1, que conecta la isla de Key West con el continente, y que nace o muere, según se mire, en la esquina de la calle Fleming con Whitehead Street, el punto más meridional de Estados Unidos y el primero que se ve dede Cuba.
Duval Street es la calle principal, la que atraviesa la isla de un lado a otro, una calle que nace y muere en el mar. Calles tranquilas de casas de madera y porche bajo en los que descansan sus vecinos dispuestos a entablar conversación a la mínima oportunidad.
Key West ha sido destino y refugio de escritores, artistas y presidentes del país. Dos casas icónicas. Una que mantiene la huella indeleble y la impronta de un Hemingway omnipresente cuyo despacho se conserva intacto, tal y como él lo dejó. Sobre la mesa, como un símbolo del pasado, su vieja reliquia, la maquina de escribir Royal, que utilizó en varios de sus libros. Y la segunda, la que llaman Pequeña Casa Blanca, donde descansaron numerosos presidentes americanos, especialmente Truman.
El sol generoso ilumina un paisaje de cientos de palmeras que se elevan verticales para dar sombra. La buganvilla embellece las calles y fachadas de la llamada ciudad vieja, en donde el Caribe y Miami se fusionan y donde por encima de otros matices prevalece el sabor de la vieja Habana.
Las populares caracolas Conch, pronunciado Conk, han dado el apodo a: La isla, a su arquitectura singular y a uno de sus platos y recetas características que en Conch Town Cafe preparan como nadie. Interesantísimo el Seafood Market, ubicado en un edificio de finales del XIX. Es un pequeño mercado donde aún colean frescos: Meros, pargos, langostas y bueyes de mar. Es auténtico producto local, sólo se vende pescado capturado en aguas locales y por pescadores locales, garantía de calidad y frescura.
En pleno otoño, en el mes de noviembre cuando el sol cae, sobre las seis menos cuarto, acuda a Mallory Square, para contemplar como el cielo comienza a teñirse de un intenso color dorado. La plaza se convierte en un circo, un enjambre de turistas en busca de la mejor puesta de sol; y artistas y malabaristas en busca de unos dólares.
Hay dos bares imprescindible en la isla, el mítico Sloopy Joe’s, el bar que abrió justo a las 24 h de que se aboliera en el estado de Florida la Ley Seca; y que era el bar al que diariamente acudía Ernst Hemingway. Green Parrot es otra opción y uno de los bares con más solera de la isla.
Sunset Key, un islote a cinco minutos en barco de Key West, puede ser el lugar ideal para dormir y cenar. Alojarse en Pier House, frente al océano, le ofrece el regalo de disfrutar del lujo de fascinantes vistas de Key West, al caer el sol. Cada mañana, increíble cesta de desayuno para tomar pausadamente, sentado en las sillas de mimbre de la terraza, mientras contempla el mar. Una cena a base de sus buenísimos papardelle con gamba y langosta o los tagliatelle con vieiras, tanto en su comedor interior rodeado de las fotos de Hemingway, como en las mesas de una playa iluminada por antorchas ¡Es único!
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