Jaime Uz, aprendió a cocinar viendo a su madre hacerlo durante años en el establecimiento familiar, pero se formó y trabajó para los mejores. Primero, en la escuela del maestro Luis Irízar y después, a las órdenes de Hilario Arbelaitz, Martín ‘garrote’ Berasategui y Andoni Luis Aduriz, entre otros. Tras su particular travesía por los fogones de los maestros decidió volver a su Asturias natal para reencontrarse con su propia realidad, encontrar el equilibrio que sólo te da tu tierra y abrir su primer proyecto Arbidel, en el que ostenta una estrella Michelin desde 2015. Ahora se mete de nuevo en faena con Lena reinventando las tradicionales sidrerías asturianas.
Si la mayoría pensamos que las sidrerías son los establecimientos clásicos asturianos, no es menos cierto que también podíamos calificarlas como espacios muy de la tierra que las vio nacer, pero un tanto trasnochados a los ojos del resto. Jaime Uz se presenta en Lena, con las ideas muy claras y con pretendidos aires de renovación para rejuvenecer y sobre todo para elevar el nivel, aunque manteniendo la esencia. Uz ha renovado la propuesta tradicional de una sidrería, revitalizando la cocina para ponerla a un nivel más que notable y resaltando la calidad de la sidra como bebida con unos registros más amplios capaces de completar una comida.
Una bodega con más de veinte referencias de sidras con Denominación de Origen Asturiana, así como otras importadas de otros países productores de nuestro entorno. Algunas de estas sidras son para escanciar, otras se sirven de grifo y otras se presentan con la complejidad adecuada para acompañar prácticamente cualquier tipo de receta. Jaime ha diseñado una carta en la que da cabida a los platos asturianos de toda la vida, aquellos que se solían ofrecer en las sidrerías de toda la vida, pero que Jaime presenta en su versión más moderna, atractiva y más apetecible que sus homónimos de hace décadas.
Lena presenta una sala muy amplia y una barra desde donde disfrutar de la sidra escanciada y desde donde se domina el cocedero donde se elabora el marisco elegido por el comensal: Nécoras y centollo. Dispone también de una zona para ‘espichas’, esas comidas informales entorno a un tonel de sidra del que se bebe la sidra directamente. Mientras que en el salón se disfruta de una cocina con más entidad, con platos tan tradicionales como un excelente guiso de callos de bacalao, acompañados de una pieza de cangrejo de concha blanda. Una panceta sumamente melosa y curruscante y el chuletón de vaca vieja a la parrilla.
Buenas navajas a la plancha y las almejas fritas. Muy bueno el arroz negro con calamares y alioli, cremoso y rico. Así mismo el arroz en salsa verde y berberechos alcanza un notable alto. No podía faltar el tradicional cachopo asturiano del que también hacen una versión de merluza.
En la carta encontramos platos que provienen directamente de la carta ‘estrellada’ de Arbidel como el bocarte relleno de cabrales y vinagreta de manzana o el aguachile de vieiras. De postre una muy buena tarta de queso, con mucho sabor por un lado y cremoso por otro, que acompañan con un helado especiado.
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