Los Cárpatos Blancos, un rincón por descubrir en Moravia del sur

  • El sur de Moravia es conocido por sus vinos y sus castillos y palacios solariegos, histórica morada de dinastías como los Liechtenstein y Zerotin, y también por el espectáculo natural y la riqueza folclórica de los Cárpatos Blancos.

Gustavo Monge

Praga, 31 jul.- El sur de Moravia es conocido por sus vinos y sus castillos y palacios solariegos, histórica morada de dinastías como los Liechtenstein y Zerotin, y también por el espectáculo natural y la riqueza folclórica de los Cárpatos Blancos.

Moravia, que ocupa la mitad oriental de la República Checa, es tierra de maíz, cereal y cultivos frutales, que se distinguen en la lejanía por su orden primoroso y dan a sus colinas, además de armonía, el dulce aroma de la pera madura, el albaricoque, la uva y la mora.

La vasta llanura que supone el paisaje esencial de esta fértil región queda sólo alterada, en su parte meridional, por esa estribación de los Cárpatos, cadena montañosa de Europa Sudoriental que tiene también ramales al oeste de Eslovaquia y Rumanía.

Las poblaciones de los Cárpatos Blancos se agrupan en una comarca conocida como Horniacko, que tiene su propio dialecto, y que esconde una flora y fauna muy apreciada.

Destaca aquí Certorije, una reserva natural donde crecen variedades autóctonas de orquídeas, escarabajos algavaros, viejos robledales y aves de rapiña como los busardos o gavilanes.

Durante la Contrarreforma, en el siglo XVII, se instalaron aquí comunidades de creyentes evangélicos tras ser expulsados de las zonas bajas de Moravia, y construyeron sus casas de madera.

Hoy en día el único rastro de esos antiguos colonos son los claros que quedan entre los bosques de robles añejos.

Los amantes del agua no deben perderse la presa de Lucina, lugar idílico para bañarse y también coto de pesca, donde viven carpas, siluros y bagres.

La principal ciudad de la comarca es Straznice, que todavía en los albores de la Edad Moderna se codeaba con Praga en cuanto a importancia y que hoy día es aún un centro turístico de importancia.

Por aquí discurre el Canal de Bata, que aprovecha en parte el cauce del río Morava, y por el que antiguamente se transportaba lignito a localidades industriales de la zona, mientras que hoy sirve netamente para fines turísticos.

Straznice alberga un "escansen", o poblado que imita la arquitectura de antaño y donde se reproducen los estilos de vida y manufacturas tradicionales.

Los locales muestran aquí la artesanía popular a base de tela con calco azul, utensilios de madera de tilo, objetos decorativos de paja o figuritas de hoja de maíz.

Desde el punto de vista gastronómico se pueden saborear las tortas de frutas ("frgál"), el aguamiel, y los destilados de ciruela o pera, entre otros.

En torno a las fiestas de san Juan, en junio, tiene lugar en Straznice un importante festival folclórico, al que asisten grupos de toda Moravia e incluso del extranjero.

Este año participaron agrupaciones de Venezuela, Osetia del Norte, Bulgaria, Eslovaquia y Turquía.

"Fue la primera vez que vino un país latino de habla hispana. Nos ha gustado la receptividad de las personas de la República Checa, y nos sentimos halagados por venir a traer nuestro folclor", declaró a Efe el venezolano Ángel García, de la agrupación de Danza de Guanare, Estado Portuguesa.

El grupo deleitó a los numerosos asistentes con bailes como el boro Polla Nero, Tamunangue, boros orientales, tambores beleños y otros.

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