Día mundial del queso: de cabra, oveja, vaca... las mejores opciones artesanales

  • Del azul de cádiz al Puigpedrós de Girona, un repaso por las mejores piezas para conmemorar uno de los días más sabrosos del calendario. 
Día Mundial del Queso
Día Mundial del Queso

Cada 27 de marzo se celebra uno de los días más sabrosos del calendario, el Día Internacional del Queso. Para que no falte nada en la mesa, nos hemos adentrado en el mercado para traerte una selección de quesos españoles artesanos de cabra, oveja y vaca. Con ellos te invitamos a redescubrir una industria floreciente que pone en valor el trabajo de cientos de pequeños productores y llena de sabor nuestras cocinas.

Queso azul, Cádiz © Quesería El Bucarito
Queso azul, Cádiz / Quesería El Bucarito

Aunque lo más común en el panorama quesero nacional es encontrar los azules en el norte y con presencia de leche de vaca, la quesería gaditana El Bucarito se ha atrevido a hacer un azul de leche cruda y de leche de raza autóctona (la Florida) con la que reivindicar una materia prima única a la que no debes perder de vista.

Queso Puigpedrós, Girona © Quesería Molí de Ger
Queso Puigpedrós, Girona  / Quesería Molí de Ger

El Puigpedrós es uno de los emblemas de la quesería gerundense Molí de Ger. Realizado con leche cruda de vaca autóctona (en plena Cerdanya calatana), este Puigpedrós desprende un fuerte sabor floral en su interior, que contrasta con viveza con su corteza exterior. Perfecto para acompañar con compotas y mermeladas o para maridar con vinos blancos con cierta estructura.

El Abuelo Ruperto, Murcia © Quesos Ruperto
El Abuelo Ruperto, Murcia © Quesos Ruperto / Quesos Ruperto

De Murcia nos llega esta propuesta, con 100% de leche cruda de oveja, que pone en valor una comunidad a la que quizá no todos tengan como demasiado quesera. El Abuelo Ruperto es un queso de oveja madurado, de sabor intenso y persistente, de un carácter mantecoso y al que su cobertura de moho natural le confiere un punto extra de acidez. Esto le hace muy bien armonizar acompañando a dulces como el membrillo pero también para ser maridado con tintos ligeros.

Olavidia, Jaén © Quesos y Besos
Olavidia, Jaén  / Quesos y Besos

Fresco, ácido y láctico, este Olavidia –de la quesería jienense Quesos y Besos- presume de estar hecho a base de leche de cabra, lo que le confiere un matiz picante muy gustoso pero poco agresivo. Esto se debe a la breve maduración del queso, inferior a tres semanas, por lo que se convierte en una auténtica golosina recién adquirido. Si se le afina –se le deja madurar- eleva ese toque caprino con potencia, haciéndose aún más sabroso para el paladar.

Curado Lavrvs, Zamora © Quesería Lavrvs
Curado Lavrvs, Zamora © Quesería Lavrvs / Quesería Lavrvs

Aunque la nueva ola de quesos artesanos se centra eminentemente en las pastas blandas, desde la quesería artesana de Lavrvs bordan (entre muchos otros) un queso zamorano curado de pura leche de oveja que no debe faltar en una tabla de quesos. De corte clásico pero con la frescura que la leche cruda ofrece, su pasta de color marfil y su mantecosidad en boca conviven con un final con cierta dulzura que lo hacen un queso muy completo y nada seco.

Cremoso de Cañarejal, Valladolid © Cañarejal
Cremoso de Cañarejal, Valladolid / Cañarejal

Sólo con leche recién ordeñada de oveja y pasando al menos 20 días de maduración se puede fabricar este Cremoso de Cañarejal, perfecto para untar sobre pan o para poner en el centro de una mesa y ser atacado con picos y regañás. De origen vallisoletano, este Cañarejal que los quesos cremosos y de estilo torta pueden encontrarse más allá de Extremadura. Intenso en sabor pero sin ser agresivo, es un perfecto inicio para cualquier comida.

Queso Divirín © Quesería Las Jarradillas
Queso Divirín © Quesería Las Jarradillas / Quesería Las Jarradillas

Tierno pero graso y de origen pasiego, así es Divirín, uno de los emblemas de la quesería Las Jarradillas y de los quesos cántabros. Con leche pasteurizada de sus propias vacas frisonas, este queso alterna cremosidad e intensidad del sabor, brindada por su corteza enmohecida de forma natural, que representa el triunfo de la familia Martínez en la lucha por mantener costumbres locales y arraigo al terruño sin tener que abandonar el modus vivendi con la que se han ganado la vida desde hace décadas.

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