Billy Elliot: razones por las que volver a creer en el género del musical

  • La versión española del musical, dirigida por David Serrano ('Hoy no me puedo levantar') llega a Madrid.
Billy Elliot
Billy Elliot

'Billy Elliot' ya se ha instalado en Madrid. La versión española del musical, dirigida por David Serrano ('Hoy no me puedo levantar'), ha subido el telón del Nuevo Teatro Alcalá para recuperar la esencia de un género que parecía estar perdiéndose entre grandes pantallas de led en las que se proyectan imágenes creadas por ordenador.

Pero un musical no es un videojuego y asistir a 'Billy Elliot' es sumergirse en una palpitante experiencia de imaginación escénica. De hecho, el escenario de Billy Elliot es una magnética coreografía de elementos que van construyendo diferentes universos con un brío que no da tregua a la capacidad de sorpresa del espectador.

La aparición de la casa de Billy, el ascensor hacia la oscura mina, los telones del gran teatro de Londres, el radiador de la academia de baile (y boxeo), la escotilla de la azotea, el cielo hacia el que volar e incluso los delirios de los sueños infantiles con gigantes, reinas y cabezudos. La creatividad se esconde tras el telón del Nuevo Alcalá. En eso consiste el musical: en hacer soñar con elementos de cartón-piedra y Billy Eliot lo consigue en su máxima expresión, sin caer en la trampa de sólo quedarse en la fría pantalla gigante de led en la que se pueden proyectar todos los decorados y, a la vez, no transmitir nada.

La historia de Billy es poderosa y su adaptación española no lo es menos, pues equilibra con soltura emoción y humor cómplice al compás de temas de Elton John. Lo logra con ayuda de unas interpretaciones dirigidas para huir del engolamiento del peor teatro musical y, de esta forma, terrenalizar a unos personajes de un pueblo con porvenir gris. En Billy Eliot, a diferencia de otros musicales en cartel en Madrid, no sólo basta con cantar y bailar bien, también existe una calidez interpretativa que atrapa.

Seis niños (Pablo Bravo, Pau Gimeno, Cristian López, Miguel Millán, Oscar Pérez y Diego Rey), que han superado un extenso casting (de 60 candidatos), dan vida a un rompe-prejuicios Billy en un reparto en el que destacan Carlos Hipólito, Natalia Millán y Adrián Lastra, junto a unos vibrantes secundarios que brillan sobremanera. Así sucede con las interpretaciones de Juan Carlos Martín, Mamen García o Alberto Velasco.

Todos bailan. Todos 'claquetean'. Todos encajan en la impoluta coreografía de Billy Elliot. Una producción que supone el regreso a Madrid de la mejor esencia del musical clásico. Billy Eliot es una oportunidad para descubrir, redescubrir o, directamente, volver a creer en el género musical como experiencia emocional: en interpretación, en guion, en escenografía y en sensibilidad.

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