Otro mundo se sigue descubriendo en el subsuelo del Mortillano en Cantabria

  • Mientras la ciencia se aúna para superar las fronteras del universo utilizando los últimos avances tecnológicos, aquí en la Tierra, un grupo de espeleólogos, con la ayuda de brújulas, cuerdas y linternas, continúa abriéndose camino entre las grutas del sistema montañoso del Mortillano en Soba (Cantabria).

Miguel Ramos

Soba (Cantabria), 23 dic.- Mientras la ciencia se aúna para superar las fronteras del universo utilizando los últimos avances tecnológicos, aquí en la Tierra, un grupo de espeleólogos, con la ayuda de brújulas, cuerdas y linternas, continúa abriéndose camino entre las grutas del sistema montañoso del Mortillano en Soba (Cantabria).

Esta cavidad, consagrada ya en 2009 como la mayor cueva de España, superó hace un par de semanas los más de 120 kilómetros de recorrido a través de sus múltiples galerías, por lo que ha alcanzado el decimoquinto puesto en la clasificación mundial y el sexto a nivel europeo por su tamaño.

De hecho, se prevé que los descubrimientos vayan a más, puesto que los espeleólogos que se aventuran en las entrañas de este macizo han encontrado recientemente una corriente de agua subterránea (bautizada con el nombre de río de la Huelga, por coincidir su hallazgo con la última jornada de protesta laboral) que va a parar a una sala aún por escudriñar.

Pedro Merino, miembro de la Agrupación Espeleológica Ramaliega (AER), explica a Efe que al retirar varias piedras de una zona estrecha de la cavidad, que ya estaba teóricamente supervisada por otros colegas de Madrid, se toparon con nuevas galerías.

"Bajamos por un pozo de unos 60 metros y localizamos este río oculto del que presuponemos su procedencia, pero no sabemos adónde va", señala el espeleólogo.

No obstante, sospecha que "probablemente" se trate de otra fuente de agua "desconocida hasta hoy" que nutre el nacimiento del río Asón, en la peña de Azalagua.

En próximas incursiones el grupo seguirá investigando el curso de este acuífero y, por ello, vaticina que "aún queda mucho por explorar".

En este sentido, el espeleólogo muestra su satisfacción porque en los últimos seis meses la AER, junto con compañeros del Grupo Espeleológico La Lastrilla (GELL), ha registrado unos cinco nuevos kilómetros de vías y espera topografiar otros tantos en 2013.

La exploración del sistema del Mortillano comenzó en la década de los 60 a raíz del trabajo de un conjunto de espeleólogos franceses. Desde entonces, especialistas galos y españoles fueron desentrañando este gigantesco dédalo subterráneo. En los años 90, la AER y otros aventureros retomaron unas exploraciones que parecían haberse agotado.

Fruto de esta empresa, se ha rastreado un coloso de 120 kilómetros de desarrollo horizontal y 950 metros de profundidad, se han concretado más de 20 entradas distintas (casi todas simas verticales), 8 grandes ríos y un sinfín de pequeños afluentes, así como abismos de más de 300 metros.

A día de hoy, la cavidad no puede ser visitada por turistas, no solo por sus características geológicas sino también porque el rápel es condición sine qua non para acceder al interior.

Es más, Pedro Merino apunta que "no son grutas bonitas" para observar y, a veces, las galerías son "estrechas y contienen mucha agua", aunque también sobresalen espacios "llamativos", añade.

En este sentido, el espeleólogo afirma que perviven formaciones excéntricas de menor tamaño a las conservadas en la cueva del Soplao (Cantabria).

También está presente la mirabilita, un mineral que en cuanto sale al exterior se deshace y se convierte en polvo, al soportar un índice de humedad por debajo del 80 %.

"Además se ha localizado un material raro que, según los petrólogos, se trata de un mineral que ha cristalizado de una forma desconocida", sostiene Pedro Merino, al tiempo que se mantiene a la espera de conocer nuevos datos al respecto.

Al tratarse de una afición, los exploradores de la AER llevan a cabo sus incursiones durante fines de semana o en periodos vacacionales y suelen estar en el subsuelo una media de 12 horas por jornada.

"Cuando se sondean caminos muy profundos, pasamos tres o cuatro noches pernoctando dentro de la cavidad y aunque no se duerma bien, sí se descansa", advierte el espeleólogo.

La temperatura dentro del sistema del Mortillano oscila entre los 8 y 11 grados y según dice el aventurero cántabro "es soportable, pero la humedad suele llegar al 100 %, por lo que la sensación de frío es mayor".

"Todo sea por descubrir y explorar otro mundo", subraya Pedro Merino, al tiempo que confiesa que su mayor satisfacción es adentrarse en las profundidades de una cueva "nunca antes visitada o descubierta por nadie".

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