Prefabricados que usaron alemanes del Este acogen hoy a refugiados sirios

  • Numerosos refugiados, mayoritariamente sirios, se hacinan en las mismas viviendas prefabricadas que acogieron a quienes huían de Alemania Oriental en 1989, en una triste zona industrial de Berlín, donde los trabajadores sociales hacen lo que pueden ante esta emergencia.

A veces, para consolarse, Manfred Nowak piensa en las condiciones de acogida en los campos de refugiados de Líbano o Jordania, "o incluso Grecia o Italia".

Pero no por ello se olvida los momentos "terribles" que vive. Por ejemplo, cuando uno de los hogares que están bajo su responsabilidad rechaza a una familia de solicitantes de asilo y la transforma en gente "sin techo que tendrá que dormir en Tiergarten", el gran parque del centro de Berlín.

Nowak preside la sección berlinesa de la organización de ayuda social AWO, que administra 11 centros de acogida de solicitantes de asilo, sobre un total de 72 establecimientos que tiene la capital alemana.

Todos ellos están prácticamente saturados ante la llegada masiva de refugiados que se ha acelerado en estas últimas semanas, por lo cual Alemania optó por armar tiendas de campaña para los que no quepan en estos centros.

En este complejo de seis edificios, cuatro de los cuales son de viviendas, están alojadas en condiciones precarias 497 personas. La mayoría (195), son sirios que huyen de la guerra en su país, pero también hay iraquíes y gente de unas veinte nacionalidades más.

"Por la noche, la policía nos suele traer más refugiados", ya que la administración que tiene por cometido registrarlos y hallarles un alojamiento está cerrada, explica Isadora Royer, una trabajadora social de este hogar del barrio de Spandau.

A veces, cuando todas las camas están ocupadas, no hay más remedio que decir que no, lo cual suele provocar tensiones, agrega la joven.

"Los refugiados se solidarizan entre ellos y nos dicen: ¿por qué no instalan colchones en el piso para acogerlos?", cuenta Royer. "Es una situación humanamente difícil", agrega.

En este centro, cuatro o incluso seis personas se hacinan en habitaciones de menos de 15 m2. El estado de los baños deja que desear. Se siente un fuerte olor a orina. Una triste luz de neón ilumina el linóleo verde.

El establecimiento, abierto hace 26 años, poco antes de la caída del Muro de Berlín, tendría que estar cerrado desde hace mucho tiempo. No obstante, ante la emergencia, sigue funcionando, pese a las pérdidas de agua y los "serios problemas con el sistema de calefacción", precisa Nowak.

La gente no tendría que quedarse más de tres meses, pero "hoy en día se queda seis meses o incluso ocho", ya que los trámites suelen atrasarse, explica el director del hogar, Jyoti Chakma.

Así, hay que matar el tiempo en esos corredores siniestros. Afuera del edificio, se han formado pequeños grupos de hombres que juegan con algunos niños.

"Muchos de ellos temen que los expulsen", afirma Royer. "Algunos de ellos tienen problemas psíquicos. Muchos son muy inestables, a veces son depresivos", añade.

Alemania espera recibir 800.000 demandantes de asilo en 2015, o sea cuatro veces más que el año anterior y un récord en Europa. De este total, 40.000 permanecerán en Berlín, explica Nowak.

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