La regla de las dos horas de Einstein y Darwin para generar ideas brillantes

Fotografía de Albert Einstein.
Fotografía de Albert Einstein.
Pixabay.

A lo largo de la historia, la brillantez y genialidad de personajes históricos como Charles Darwin, Albert Einstein o Friedrich Nietzsche se atribuyó a a las muchas horas que pasaron pensando. Se dice que Darwin paseaba siempre por el mismo camino para inspirarse y que Nietzsche se sumergía en la naturaleza durante horas para dar sentido a sus ideas. Del mismo modo, Einstein soñaba despierto varias horas al día.

Los científicos han definido estos comportamientos como pensamiento reflexivo y según la experta Fiona Kerr de la Universidad de Adelaide, funciona de la siguiente manera: “Soñar despierto permite a la mente divagar. El resultado es consistentemente más productivo cuando lidiamos con asuntos complejos y es más fácil dar con soluciones e ideas creativas”. 

De este modo, una cantidad saludable de pensamiento reflexivo da lugar a una consolidación de la memoria y permite la formación de conexiones no lineales, lo que fomenta nuestra habilidad para resolver tareas y tener en el punto de mira objetivos, así como verlos desde un nuevo punto de vista. 

La regla de las dos horas

¿Cómo aplicar esta técnica a nuestra vida diaria? El periodista de Medium Zat Rana la ha puesto en práctica y los resultados han sido maravillosos. Una vez por semana, normalmente los jueves, decidió reservar un periodo de dos horas solo para pensar.

Para llevarlo a cabo elimina todas las “posibles distracciones”, especialmente los dispositivos electrónicos como el teléfono y el ordenador, y se encierra en una habitación para hacerse preguntas sobre tu trabajo y su estilo de vida, todo ello con un bolígrafo y una libreta.

Estas son las cuestiones que acostumbra a hacerse:

“¿Me gusta lo que hago o lo hago sin ningún objetivo?”

"¿Existe un balance entre el tiempo dedicado a mi trabajo y a mi vida privada?”

“¿Cómo puedo acelerar el proceso para ir desde dónde estoy ahora hasta dónde quiero llegar?”

“¿Qué grandes oportunidades no estoy aprovechando que potencialmente podría aprovechar?”

“¿Qué pequeño cambio podría producir un gran impacto?”

“¿Qué podría ir mal probablemente en los próximos seis meses de mi vida?”

Unas preguntas dentro de una rutina que han cambiado la vida de Zat, como él mismo explica. “Puedo decir honestamente que es la actividad con más beneficios de mi vida. Me fuerza a compensar el corto plazo con el largo. Detecto los problemas antes de que aparezcan y me topo con eficiencias e ideas que no podría encontrar de otra manera”.

“Además, lo más importante no me surge cuando me hago las preguntas rutinarias, sino del tiempo que me sobra cuando me quedo sin cosas cosas en las que pensar. Ahí es cuando dejo a mi mente divagar”, añade.

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