Hubo un tiempo, a finales de los años 80 y primeros de los 90 del pasado siglo, en los que la cocina japonesa era una gran desconocida. Su mejor representante en Madrid era el restaurante que la cadena Suntory mantenía en el espléndido local que hoy ocupa Pedro Larrumbe, en plena Castellana debajo del puente de Juan Bravo. Eran célebres sus mesas de tepanyaki en las que el cocinero evolucionaba con maestría sobre la plancha, así como la pequeña barra de sushi que escondían al final del local, tras una cortina.
Por aquel entonces aún no se había impuesto la moda aplastante y monótona de los Gin & Tonics que hoy imponen su dictadura sobre el resto de destilados. En aquellos años eran aún mayoría los que bebían buen whisky, un destilado mucho más elaborado, natural, con más matices y más sápido que cualquier otro de los que descansan sobre las vitrinas tras la barra de un bar. Un buen whisky además de una buena selección de la mejor materia prima y un correcto proceso de filtrado necesita tiempo, oscuridad, reposo y silencio. La madera de la barrica que aporta un rango de tonalidades.
El cuidado y el mimo con el que se trata un producto cualquiera en Japón, en occidente cuando menos, se tomaría como una exageración. Pero es gracias a ese respeto extremo el fin y la razón última por la que logran elevar la calidad del producto a cotas insospechadas cuyo resultado final en boca es extraordinario. En este sentido los maestros de Suntory se han esforzado durante generaciones para buscar el equilibrio y la armonía entre los elementos de la naturaleza, la madera de roble japonés (mizunara) de sus barricas con el proceso artesanal con que fabrican las barricas para mejorar el resultado final.
La madera de mizunara es de un roble autóctono de Japón, un árbol poco frecuente, raro y muy exclusivo, que por un lado es capaz de trasladar al whisky sabores y matices nunca antes apreciados. Por otro lado, la dureza y porosidad de esta madera plantea todo un reto a los maestros para evitar el llamado diezmo de los ángeles, o lo que es lo mismo, la inevitable evaporación que se produce a lo largo del tiempo mientras el whisky reposa en las barricas y que puede llegar a una pérdida de hasta el 80% del total.
The Yamazaki Mizunara es un whisky elaborado a partir de la mejor selección de whiskies de malta que van desde los 18 hasta los 50 años de envejecimiento en barricas. Se presenta en una elegante caja fabricada con madera de antiguas barricas que han contenido whisky. Es un whisky de fragancias y notas elegantes a madera y a canela. De textura sedosa guarda un final ligeramente picante y a madera.
El lanzamiento de este whisky en España se hace de forma reducida y limitada siendo por tanto esta joya una oportunidad única para coleccionistas y amantes del buen whisky. El precio recomendado de la botella es de 1.350 euros.
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