7 razones para organizar una escapada: los pueblos de interior más bonitos

  • Para los que están cansados de acudir a zonas turísticas y encontrarse con miles de turistas la mejor opción es recorrer el interior de España. 
Paisaje
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Pixabay
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¿Hartos del turismo de masas? ¿De llegar a un destino y tener que sortear la multitud para pasear y visitar los monumentos de la localidad? ¿No quieres tener que pelearte para lograr que te reserven una mesa para comer tranquilo? Deja los destinos turísticos para los turistas si a ti lo que te gusta es viajar, charlar con los paisanos, disfrutar de las maravillas de un destino para ti sólo; poder hacerte un ‘selfie’ sin que salga un grupo de turistas japoneses detrás. Los destinos de interior, evidentemente no tienen mar, pero son lugares con mucho encanto. Presentamos los 7 pueblos de interior que no se puede perder.

Albarracín

En un promontorio en una de las vueltas que da el río Guadalaviar. Su característico color rojizo, vigas entrecruzadas que se muestran en la fachada, balcones de maderas y ventanas enrejadas, escudos sobre las puertas de sus principales casas hablan del pasado noble de la villa. El formato irregular de algunas de sus edificaciones hablan del trazado irregular y caprichoso, pero encantador de la villa. 

Para comer: Tiempo de Ensueño, gran bodega y cocina cuidada

Para dormir: Hotel Doña Blanca

Pedraza

Probablemente es el pueblo con más encanto y ‘sex apeal’ del centro de la Península. Castillo, Plaza Porticada, el Museo del pintor Zuloaga e iglesias románicas. A Pedraza se accede por la Puerta de la Villa. Calles estrechas y empedradas en las que se levantan edificios de piedra que forman uno de los conjuntos arquitectónicos más armoniosos que se puedan pasear. Bajo lo arcos de la plaza mayor se extienden un par de terrazas en las que descansar a la sombra de la torre de la iglesia

Para comer: Manrique en cuyo horno de piedra se asa el mejor cordero de la zona

Para dormir: Hospedería de Santo Domingo

Barcena Mayor

Es uno de los pueblos de Cantabria con mayor encanto, no en vano ha estado calificado en numerosas ocasiones como uno de los pueblos más bonitos de España. Es el último pueblo del Valle de Cabuerniga. Allí muere la carretera que llega desde Cabezón de la Sal y atraviesa el valle que discurre paralelo al río Saja. Barcena es apenas una aldea, sencilla, pero de casonas solariegas con su característico balcón de madera adornado con flores cuando llega la primavera.

Para comer: La Solana, alubias con venado, cocido montañés.

Para dormir: La Posada Reserva Verde

Trujillo

Trujillo es una de las villas más señoriales y casas palaciegas. Trujillo es heráldica. Los portalones de sus palacetes muestran orgullosos los blasones que se ganaron en América. Trujillo es una villa coronada por una fortaleza que en tiempo fue alcazaba árabe y después castillo cristiano. El perímetro de la ciudad lo rodea el paso de ronda. Sus calles empedradas nacen o mueren según se vea, en la bella plaza mayor que preside una estatua en bronce del conquistador Pizarro. Balcones y ventanas muestran un plateresco soberbio.

Para comer: El Mirador de las Monjas. Comida sencilla de guisos sabrosos y recetas tradicionales. Para dormir: Hotel Palacio de Santa Marta

Frigiliana

En la comarca de la Axarquía, Frigiliana es uno de los pueblos blancos más singulares de Málaga. En el barrio morisco las fachadas encaladas en blanco inmaculado ciegan la mirada. El casco histórico de estilo mudéjar se mantiene prácticamente intacto. Calles empinadas cuyo empedrado forma dibujos geométricos. Macetas de geranios y gitanillas y buganvilla dan color a sus calles. Grandes portalones de madera con llamativos llamadores. En su parte más alta en un día claro se puede divisar el macizo continental de África que se levanta al otro lado del estrecho.

Para comer: La Taberna del Sacristán, a la sombra de la torre de la iglesia. Salmorejo y tataki de atún, gran servicio. Para dormir: Hotel Villa Frigiliana, sencillo pero impecable.

La Guardia

Nos referimos a la población que está en Álava, a unos kilómetros de Logroño. Uno de los destinos más íntimamente ligados al vino. Entre la Sierra de Cantabría y el valle del Ebro, se levantan bodegas vanguardistas en cuyas barricas se envejece algunos de los mejores vinos de Rioja. La estampa amurallada de la ciudad, esconde un casco histórico que guardan las cinco puertas de entrada a la ciudad. El pórtico policromado de Santa María de los Reyes es una de las más bellas de toda la iconografía religiosa española.

Para comer: En el restaurante de Hector Oribe (a 2Km)

Para dormir el Hotel Viura (a 8Km) vanguardista y sorprendente dedicado al vino.

Olite

Una villa en la frontera que delimita Navarra con Aragón está presidida por el gran palacio Real cuya sola vista impresiona. Otro de sus edificios monumentales es el convento de San Francisco que dicen fundó el propio santo. Las calles empedradas de Olite van a parar a iglesias de simple pero bella portada románica. La plaza mayor con su característico torreón y la galeria porticada es otro de los atractivos de esta población.

Para comer: Teodobaldos, el restaurante del Parador. Magnífica cocina regional.

Para dormir: Parador Nacional

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