Castell Son Claret, un hotel muy especial, a un paso de la Sierra de Tramontana

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La Sierra de Tramontana es la barrera natural que protege la isla de Mallorca de los vientos que desde el noroeste azotan sus tierras a sotavento. La Sierra constituye uno de los paisajes más emocionantes de Mallorca. Vegetación y saltos de agua comparten espacio con cumbres y macizos asombrosos. Los acantilados verticales, farallones espectaculares de Formentor, que producen vértigo y desafían al mar se recorren por una estrecha carretera hasta llegar al faro. Miradores que muestran paisajes asombrosos, como el de Son Marroig, desde el que se divisan puestas de sol espectaculares. La carretera sinuosa que se retuerce sobre si misma para tras 14Km de conducción al límite, llega a la incomparable plata de Sa Calobra.

A los pies de la Sierra se encuentra uno de los establecimientos más especiales de la isla, Castell Son Claret. Un espacio tremendamente amplio de más de cien hectáreas en los que perderse, entre olivos centenarios, campos de lavanda y almendros que en esta época del año resurgen y destacan del resto con sus flores blancas; contrastan con la belleza recia y serena del edificio principal, una antigua fortaleza del Siglo XV, exhibe orgullosa una colección permanente de obras de Ramón Canet, uno de los artistas de la isla más reconocidos y del universal e incomprendido Joan Miro y y la escultora mallorquina Águeda Gaya. El acceso al hotel a través de una senda de vegetación impresionante, casi lujuriosa, habla del encanto del lugar.

Klaus-Michael y Christine Kühne son una pareja de alemanes que, como tantos otros cayeron enamorados de la isla, de sus playas, de su clima y de la Sierra de Tramontana. Aquí encontraron una propiedad singular a la que decidieron convertir en única , dotándola de una personalidad extraordinaria y transformarla en un hotel muy especial en el que junto al silencio y la tranquilidad natural del entorno, convivieran las señas que delatan la verdadera edad del edificio, casi ciento cuarenta años, con las comodidades propias de un establecimiento del Siglo XXI. Un sueño que Klaus y Christine proyectaron sobre el entorno natural apabullante que rodea el hotel; una gastronomía única en la isla y un servicio de lujo, de esos que no se notan, pero que siempre están ahí.

La Guía Michelin ha reconocido a Zaranda, el principal restaurante del hotel, con dos estrellas Michelin, destacando así su cocina por encima de la del resto de fogones de la isla. Oliveira es el otro restaurante especializado en asados. Detalles como los panes, la bollería y una repostería de estilo francés, recién hecha cada mañana, con la que saludan cada mañana a sus huéspedes, hablan por si solos, del trato exquisito con que el hotel cuida de los privilegiados que se hospedan en alguna de sus 38 habitaciones y suites. las llamadas Pool Suites, tienen terraza, un salón-comedor de 80 m² y piscina privada. Mientras que las Tower Suites, de 70 m², disponen de un balcón con grandes vistas sobre la finca y los jardines.

El hotel trabaja con productos de cercanía, kilómetro cero. De la finca, una de las más ricas de la isla obtienen: Lavanda, bergamota, aceite de oliva, almendras y romero, para el spa, el hamman y sus salas de masaje; así como las flores que adornan cada habitación y que cambian cada día. Harinas biológicas de productores de la zona sirven de base para elaborar sus panes y bollería en el obrador. El cochinillo y el cordero de la misma Sierra, son los platos estrella del Restaurante Oliveira. En su bodega, cuenta con una magnífica representación de vinos mallorquines; que comparte con Zaranda, la experiencia de cocina de vanguardia en la isla.