Copenhague: en bicicleta y con mesa en el que fue el restaurante más caro

  • Las calles son amplias, los edificios altos no existen y los árboles que pudieran limitar la mirada no se plantan.
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Copenhague / Pixabay

Copenhague es una ciudad abierta sin obstáculos para la vista. Las calles son amplias, los edificios altos no existen y los árboles que pudieran limitar la mirada no se plantan. Es una ciudad en la que el cielo parece invadir el espacio más que en otras urbes europeas. Es una ciudad para vivirla, para recorrerla en bicicleta por los carriles casi infinitos, que el ayuntamiento reserva para las bicicletas. El compromiso de los daneses con una vida cero emisiones y sana, es radical, de hecho será la primera ciudad libre de emisiones en 2025.

Como decíamos la mejor forma de recorrer la ciudad es en bicicleta. Christiana el famoso barrio rojo, que en los años 70 en el colmo de la anarquía se declaró distrito independiente y que hoy cuando el movimiento hippy ya no existe, se ha convertido en una zona con mucho encanto que se ha ido reconvirtiendo en edificios de alegres fachadas, ocupados por familias y ejecutivos y restaurantes de comida orgánica y tiendas de artesanía. Para aquellos que sientan melancolía por esa vieja etapa hippy aún se sigue vendiendo marihuana en los puestos del mercado.

Si el viejo edificio donde reside el Parlamento, el Palacio Christiansborg, es uno de los hitos arquitectónicos de una ciudad en la que los espacios libres y la perspectiva de un cielo limpio es una de sus máximas características; la ópera, o la Biblioteca Black Diamond; compiten en belleza con la pequeña estatua de la sirena que ha dado fama a la ciudad. Una gran idea es recorrer todos estos monumentos en barco por los canales. Para llegar hasta El Museo de Arte Moderno hay que ir en tren (35 minutos). El entorno donde se ubica, la colección permanente y las estatuas de Moore y Calder, merecen una visita.

Noma, el que fuera el mejor restaurante del mundo hace unos años, se reinventó, trasladándose de ubicación de ese viejo almacén frente al puerto hasta este espacio rodeado de jardines a las afueras del barrio de Christiana. Un comedor, si cabe, de ambiente más orgánico, en el que la madera es el elemento principal. Rene Redzipi aprovecha el cambio para ofrecer una cocina más radical que dividen en tres temporadas a lo largo del año. De otoño a enero es la única época en la que en el menú conviven los frutos del bosque con algunas piezas muy seleccionadas de carne. De enero a primavera, el gran protagonista es el marisco y en verano es cuando Noma realmente adquiere toda su personalidad ¡Sólo vegetales!

Eiffel Bar, es uno de los pubs a los que prácticamente ningún hombre mayor de cuarenta y cinco años le gustaría perderse. Buena cerveza a precios razonables (3€/botella), música de grupos míticos como los Dire Straits que han sido parte de la banda sonora de la vida de todos aquellos que rondan o han superado los 50. Mucho humo y un atractivo ambiente de bar de película. Para dormir el moderno hotel Nyhavn ubicado en unos antiguos almacenes disfruta de unas habitaciones cómodas y unas vistas sobre el agua.

Copenhague tiene una larga y estrecha relación con el Jazz. En aquellos años 50 y 60 en que la situación racial aún era difícil en los Estados Unidos, el ambiente relajado de Dinamarca, sirvió para que muchos de los mejores músicos de color acabarán residiendo y tocando en esta ciudad. En Jazzhus Montmartre, han tocado los mejores interpretes de siempre y hoy siguen teniendo uno de los mejores programas de conciertos de la ciudad. En Jazzcup un café donde tocan en directo tienen incluso su propio sello discográfico.

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