La huerta de Lola, donde el tomate sí que sabe

  • Cautiva a 30.000 visitantes cada año a los que muestra un mundo interracial y ecológico de una fuerza y una belleza únicas.
Tomate
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Tomate

El Ejido, en Almería es un milagro producido por la mano del hombre, mejor dicho de hombres y mujeres cuyo sacrificio y esfuerzo han transformado un desierto improductivo en una maravillosa huerta frondosa oculta bajo un mar de plástico. El Ejido forma uno de los paisajes más insospechados de la Península. Cuando uno se acerca por primera vez, inconscientemente aparta la mirada de los plásticos que en una especie de espejismo cubren y ocultan la verdadera realidad que subyace bajo esas lonas blancas: la mayor huerta ecológica de toda Europa.

Lola Gómez Ferrón es todo un personaje, una mujer ejemplar en la que en época de tanta reivindicación feminista se debería mostrar como ejemplo a imitar, porque a ella nadie le ha regalado nada y ha logrado todo. A los trece años, obligada, dejó los estudios para ayudar en el huerto familiar que procuraba una economía de subsistencia. Hoy es una de las grandes empresarias de la zona, una mujer diez, tremendamente atractiva, hecha a sí misma y con una capacidad didáctica asombrosa, y en varios idiomas, con la que cautiva a 30.000 visitantes cada año a los que muestra un mundo interracial y ecológico de una fuerza y una belleza únicas.

Bajo esa aparente capa de plásticos se oculta un asombroso ingenio de tecnología punta que trata de imitar el resto del mundo. Si en los incipientes años 70 los agricultores de la zona incorporaban tecnología de Israel, hoy son ellos los que compran y reproducen la gestión ambiental dirigida por tecnología punta con la que El Ejido se ha convertido en punta de lanza para producir las mejores verduras y hortalizas del mundo. Mediante técnicas propias y naturales multiplican las raíces de cada planta para que esta absorba más cantidad de nutrientes potencian su sabor.

Los tomates que cultiva Lola son como un buen jamón ibérico, mantienen y prologan el sabor en la boca durante largo tiempo. El hecho de que una planta cuente con más capilares para absorber una mayor cantidad de minerales de los que se alimenta naturalmente la planta, permite multiplicar de forma natural su sabor. Todo en la huerta de Lola es realmente ecológico. Desde el tratamiento de plagas que combaten con otros insectos. Al cultivo tradicional y natural transmitido por sus padres, ella ha añadido investigación y ciencia.

Clisol es el nombre de la empresa de Lola, el invernadero familiar que ha transformado en un ejemplo a imitar por cualquiera que como ella se dedique a la agricultura ecológica y sostenible. Es el lugar en el que aprovisionarse de los mejores tomates y pimientos posibles, de verduras y hortalizas de un sabor único. Aquí los tomates sí que saben. 

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