La Córdoba más bella en la quincena de los patios y las flores

  • Fachadas blanqueadas por la cal con los rojos y encarnados de los geranios y los amarillos y violetas de los jazmines pintan los patios de colores.
Los patios de Córdoba / EFE
Los patios de Córdoba / EFE

Córdoba es la demostración más palpable y evidente de que para crear un jardín no hace falta mucho terreno. Ni el minimalismo de los jardines japoneses, de una belleza serena y trascenente; ni los jardines británicos, impecables y barrocos; ni siquiera los franceses, más academicistas y soberbios; los patios cordobeses pueden competir con todos ellos en colorido, belleza y alegría. Fachadas blanqueadas por la cal lucen admirables, los rojos vivos y encarnados de los geranios y los amarillos y violetas de los jazmines que en tiestos y macetas pintan los patios de colores.

Espléndidos patios monumentales, pequeños y recoletos espacios interiores que se abren tímidamente a la calle; todos ellos dejan escapar un colorido tan espectacular que desborda los arriates en los que crecen plantas de unos colores que a la propia naturaleza le costaría igualar. La luz que ilumina los patios hace destacar los pozos y las fuentes que a su vez dejan escapar el agua que resuena y repica relajada; contribuyendo a multiplicar el encanto de una escena que cuando uno la contempla entiende porque los patios y sus arreglos florales son Patrimonio de la Humanidad.

Palacios como el de Viana, iglesias y edificios singulares como el de Los Naranjos; magnifican aún más si cabe, la grandiosidad de una primera quincena de mayo en la que la vieja y milenaria Córdoba se arregla y engalana como una veinteañera enamorada. Desde el Alcázar y hasta la parroquia de San Basilio, pasando por los barrios de San Lorenzo y Santa Marina y la judería alrededor de la mezquita; los patios se transforman en fachadas rojas, violetas y amarillas.

Si llega hasta Córdoba para contemplar los patios, para comer les proponemos varias opciones: En Juan Peña (Doctor Fleming 1), un local con aspecto de taberna andaluza y donde los locales dicen que se toma el mejor salmorejo de la ciudad y que preparan en diferentes versiones. Sus huevas en pipirrana es otro de los platos que han dado fama al lugar. En Tellus (María la Judía), con cocina vista tras un gran cristal, se elaboran unas de las mejores croquetas de la ciudad y un arroz con carabineros más que notable.

Para alojarse nada como el Hotel Balcón de Córdoba, una casa centenaria que guarda una colección de restos arqueológicos que hablan del pasado histórico de la ciudad. El hotel tal y como su nombre indica se asoma sobre la ciudad para mostrar la Mezquita y todos sus encantos. Sólo diez habitaciones que dan a tres patios que en esta quincena se adornan como el resto de la ciudad.

Mostrar comentarios