Uno de los mayores placeres que produce viajar en esta época del año es poder hacerlo cuando el resto tiene que atender sus obligaciones y, el paisaje, la ciudad, el campo y la montaña; se muestran tal y como son. Sólo entonces muestran toda su autenticidad y realidad, su identidad más personal para disfrutarlo como si fuéramos el único habitante de la Tierra. Mallorca es una isla de extraordinaria belleza en la que a la singularidad de sus calas en verano, se opone la belleza singular de sus sierras y montañas, una isla cuyo interior, ahora, se mantiene tal y como ha sido siempre.
Para disfrutar de Mallorca durante los últimos meses del invierno y la primavera -la mejor estación para acercarnos hasta aquí- les mostramos algunos de sus tesoros más ocultos. Si bien las comunicaciones por carretera han mejorado notablemente con respecto a hace treinta años cuando las recorríamos en 2CV; siguen existiendo carreteras secundarias, solitarias, en las que conducir es un deleite asombroso para los sentidos. Llegar al pequeño pueblo de Orient es una aventura en la que emplear 40 minutos para recorrer los apenas 20 kilómetros que la separan de Soller.
A la sombra de la Serranía de Alfabía, en plena Tramuntana, Orient se muestra solitario. Apenas un centenar escaso de habitantes que se ocultan en el interior de sus casas de piedra, permiten paseos solitarios en los fríos días de invierno. Para reconciliarse con el mundo, el restaurante del mismo nombre, en cuyo horno de leña se hace uno de los mejores cochinillos negro autóctono, de la isla. Llegar a Caimari, un poco más al norte, cerca de la región vinícola de Binissalem es otra excursión que tiene su recompensa en el restaurante Ca Na ToNeTa.
Una sencilla casa de comida que traslada el lujo de la despensa de la isla al plato. Un restaurante sin artificios, casi de taller artesano, donde cada plato existe, sólo cuando la naturaleza lo entrega. María y Teresa Solivellas, se encargan de buscar producto autóctono para extraer lo mejor de cada receta de esas que se han hecho siempre en la isla. Un menú de seis pasos donde no faltan las sopas reparadoras, una excelente coca salada, verduras y legumbres, alimentos naturales de siempre, pescado y carne.
Allí cerca, en la localidad de Binissalem se hacen algunos de los mejores vinos de la isla. La Bodega Toni Gelabert fue una de las primeras en plantar vides de uva autóctona. En una llanura donde los elementos confluyen y combinan su influencia, permite elaborar vinos blancos de uva macabeu, muy redondos, con personalidad, que cuentan con un envejecimiento en barrica de al menos tres meses, lo que da un trago largo y persistente que permanece en el recuerdo. Su producción es muy corta, apenas cinco hectáreas y con una exigencia mínima a la vid, puede adquirir algunas botellas en la propia bodegas
Descansar al pie de la Sierra de Tamuntana en el Hotel Son Brull, un antiguo monasterio rehabilitado entre cuyos muros se mantiene la calma, el silencio y el relax para disfrutar del descanso sin interrupciones. Olivos con más de tres siglos, naranjos e higueras y un huerto ecológico de la que recogen entre otros alcachofa negra y el popular tomate de Cor de Bou y Ramallet; surten la despensa de su restaurante. Además, cuentan con una hectárea de viña de uva autóctona Ull de Llebre, les permite elaborar sus propios vino Negre Son Brull.
Ahora no es tiempo de acudir a las mejores playas de la isla, como la Es Trenc, una lengua natural de arena y mar; pero si podemos acercarnos hasta allí para descubrir sus salares y la famosa flor de sal de Es Trenc y llevarnos unos cuantos paquetes de la mejor sal en escama que puede adquirir en su tienda. Ofrecen sal natural, o bien la que mezclan con hierbas aromáticas, la que obtienen de aceitunas negras tostadas y la rosa que se elabora a partir de pétalos de rosa, pimienta de Sichuan y pimienta negra de Sarawak.
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