Palazzo Margherita en Bernalda, el refugio de Coppola

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Francis Ford Coppola es uno de los grandes maestros del costumbrismo, sus películas son una postal que describen y reflejan en detalle la esencia de las localidades que describe. Son como un espejo en el que mirar y descubrir escenas cotidianas de vida. Sabe mostrar y describir paisajes de otros tiempos con genial e inusitada maestría. Desde el realismo con el que retrata la dura realidad de los pueblos sicilianos en El Padrino, al Chicago alegre de los años 30 de Cotton Club, o a la América desarrollista de los 50 que describe en Tucker.

Hay lugares de ensueño y sueños que evocan lugares. El Palazzo Margherita en Bernalda, retrotrae a sus huéspedes a los orígenes de su familia Coppola. El palacio que se levanta en Bernalda, el bellísimo pueblo donde nació su abuelo Agostino Coppola, se encuentra a escasos diez minutos de una costa mediterránea de bellas y solitarias playas de arena blanca. Bernalda es una pequeña ciudad situada en la cima de una colina en la región de Basilicata al sur de Italia, en la provincia de Matera, famosa por sus antiguas casas de cuevas, paisajes espectaculares y casas históricas.

Basilicata es una región de una belleza deslumbrante aún desconocida para la mayoría, pero donde la cultura, la comida, y el vino se mantienen como señas de identidad de su costumbrismo ancestral. Es una zona cargada de historia que guarda todo el encanto de las zonas rurales de la Italia más meridional. Una región en la que crecen frutas, verduras, y las uvas Aglianico que dan lugar a los vinos del mismo nombre.

Orgulloso de la tierra de sus ancestros, Francis adquirió el inmueble en 2004 con la intención de convertirlo en un hotel de lujo, exclusivo e íntimo, desde el que se pudiese descubrir una de las zonas costeras más bellas y desconocidas del sur de Italia.

Margherita es un auténtico palacio construido a finales del Siglo XIX (1892); y Coppola se decidió a renovarlo completamente para convertirlo en el gran Palazzo Margherita. Hizo el encargo a Jacques Grange que más que un hotel, diseñó una experiencia cargada de profundo sabor italiano. Un mundo privado de confort palaciego rodeado de jardines y patios. Un lugar al que no solo los huéspedes, si no que, sus propios hijos también, quisieran volver a visitar siempre.

El Palazzo Margherita está decorado con suelos de baldosas y mármol y frescos pintados a mano en techos que realzan si cabe aun más esa selección de muebles exóticos que le dan un aire transfronterizo al interior de palacio. De hecho, una de las suites es de estilo norte africano como homenaje a la abuela tunecina de Francis.

El Palazzo Margherita es en definitiva el sueño de infancia de Coppola hecho realidad. Sus jardines casi aristocráticos acogen un ambiente íntimo y familiar, donde las tardes se alargan en la terraza mientras se disfruta de un té, intenso y reposado. En sus salones se deshace el hielo de una copa en interminables charlas junto a la chimenea y en sus noches se apagan las luces para ver el mejor cine clásico en una de sus espectaculares estancias habilitadas al efecto.