Ribadesella es una bella postal que refleja su paisaje de media luna sobre el río Sella. Localizada entre la bravura del Mar Cantábrico y la serenidad del Macizo de los Picos de Europa, es una preciosa villa asturiana que sabe a yodo y a mar, que suena a la rompiente de sus olas y que huele a monte. Es un bellísimo conjunto arquitectónico de casas de estilo indiano que habla de un pasado humilde que redimió la emigración cuando sus hijos regresaban de hacer Las Américas. Tras no pocos esfuerzos, con el dinero ganado al otro lado del océano se levantan mansiones que fueron la admiración de sus vecinos durante años..
Ribadesella es una retaíla de playas de arena blanca, aún hoy salvajes, es el reflejo de un rico patrimonio artístico y la herencia de un patrimonio gastronómico singular que la hacen única, es un destino perseguido por todos. Desde las atalayas de sus acantilados se entiende la fuerza de un mar poderoso que bate las rocas con la furia que se deja escuchar por el ritmo que marca la banda sonora de los soplidos de los bufones y la tranquilidad de sus playas en las que bañarse y pasear en estío.
La cocina riosellana se caracteriza por su suculenta esencia cantábrica, fascinantes productos que les brinda el mar, una cocina de marcado acento marinero a base de sargos, pixines, lubinas, bonitos, bocartes u oricios. Una cocina que integra innovación y tradición y alberga una lista notable de establecimientos como: Arbidel, un restaurante con estrella Michelin; Güeyu Mar, la mejor parrilla a este lado del Sella; Quince Nudos y sus arroces, El Cenador de Villa Rosario, La Huertona y La Parrilla, y tantos otros bares que ofrecen en sus barras la posibilidad de disfrutar de una carta de pinchos de enorme nivel.
El concurso de pinchos de Valladolid es el de más tradición y nivel de sus participantes, y el Amstel de Euskadi, rivaliza a una altura similar. En Ribadesella, se celebra un concurso en el que los bares y restaurantes de la villa muestran todo su potencial. Si el año pasado se impuso el pincho Big Bang, del restaurante Quince Nudos; este año fue Casa Juanito con su taco de bonito y foie. Detrás con una gran propuesta: Ático y su pincho Cantábrico; Casa Basilio; L’Antoxu, y un timbal de solomillo; La Mar Salada, milhojas de foie y pera; y la Villa, con su propuesta Villa 0.7. Aunque ya no están disponibles siguen teniendo una atractiva carta de pinchos y raciones.
Si por el contrario quiere sentarse a la mesa y se decide por un arroz, entonces debe dirigirse al restaurante Quince Nudos. Bruno Lombán, su chef, puede presumir de hacer los mejores arroces a este lado del río Sella y uno de los mejores de toda la cornisa cantábrica. De los arroces secos, destacar uno intenso y original de anguila, sidra, queso ahumado y foie. De los melosos el de puntillitas de chipirones, con un toque de queso que funde durante la elaboración en el horno; el de carrilleras con foie; y el de rabo de toro estofado y vino de cangas. Todos ellos tienen una carga de sabor tremenda, son profundos y con una personalidad intensa.
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