Paseo por la Capital Cultural Europea: en Matera grabaron Rosellini, Mel Gibson...

  • Junto a la ciudad búlgara de Plovdiv, esta pequeña población en la región de Basilicata cuenta con uno de los cascos históricos mejor conservados.
MAtera
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Italia.it

En la parte baja de la ‘bota’ italiana, encajonada entre tres regiones más conocidas como Campania, Calabria y Puglia se encuentra la montañosa Basilicata, una de las más ignotas regiones del país transalpino, cuya difícil orografía ha impedido durante siglos el acceso a conquistadores pero ha permitido una gran conservación de tradiciones.

Dividida en dos subregiones, Potenza –donde se encuentra la capital, Potenza- y Matera, Basilicata mantiene el encanto tradicional de las poblaciones del sur de Italia, arraigadas en costumbres seculares, que perviven en el acerbo cultural de una zona en la que la huella de la historia ha dejado profundo surco. Tanto es así que Matera, capital homónima de la citada subregión, ha sido elegida por la Unión Europea como Capital Cultural para el año 2019, y a la que es fácil llegar a través del aeropuerto de Bari, a unos 50 kilómetros, y que tiene conexiones tanto por tren como por autobús desde el propio aeropuerto.

De orígenes romanos, aunque se sostiene que es posible que sus primeros pobladores estuviesen aquí en el Paleolítico, Matera es un compendio en el que dos milenios de historia se condensan entre las sólidas colinas que dibujan el perfil de la ciudad, que le confieren ese característico aspecto, casi impenetrable, al que debemos que muchos de sus edificios civiles y religiosos sigan hoy en casi perfecto estado.

Oficialmente fundada antes del nacimiento de Cristo, Matera es una ciudad excavada en la roca, desde miles de años, que ha servido como cobijo a los materani durante decenas de generaciones. Prueba de ello son los famosos Sassi di Matera (piedras de Matera), que son el orgullo local y ostentan el rango de Patrimonio Cultural de la Unesco, y que han sido utilizados a lo largo de la historia como refugio y casa por sus habitantes.

Así se narran más de 10.000 años de historia, que tienen sus orígenes en cuevas rupestres, donde los pobladores del Neolítico se habían atrincherado. Ya en nuestra era, a raíz del auge del Imperio romano, los Sassi dieron paso a fosos, estanques y canales, que se completarían a partir de la Edad Media y el Renacimiento con iglesias, edificaciones civiles y fortificaciones, haciendo de la ciudad una fortaleza casi inexpugnable.

Consideradas un entorno urbano único, que ha evolucionado desde la Antigüedad hasta nuestros días como forma de vida, los Sassi son el primer reclamo turístico de esta ciudad, salpicada de numerosas iglesias incrustadas en la roca, que se encuentra totalmente horadada en su interior, creando un sinfín de galerías subterráneas.

Esta característica y el patrimonio tan bien conservado la ha convertido en un plató de cine de lujo durante el último siglo, siendo escenario recurrente de temática histórica y religiosa, tanto en producciones italianas como internacionales. Ejemplos de ello son El evangelio, según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini, Viva l’Italia de Roberto Rossellini o más recientemente La pasión de Cristo, dirigida por Mel Gibson, que encontró en las perfectamente mantenidas calles de la ciudad el telón de fondo ideal para su propuesta.

Esa mezcla de carácter prehistórico y las numerosas iglesias que se distribuyen por la ciudad la convierten en un auténtico viaje en el tiempo al cual es difícil resistirse. Marcada durante los últimos mil años por diferentes estilos arquitectónicos, en Matera encontrarás herencias románicas, góticas y renacentistas, que se combinan a lo largo y ancho de esta ciudad, encaramada sobre una colina.

Ejemplos de ello lo encontramos por ejemplo en su Duomo, de estilo románico apuliano, una espléndida catedral –consagrada a la Madonna della Bruna- situada en la parte alta y en la que ya se intuyen los gustos del incipiente gótico. Construida durante el siglo XIII y con un peculiar campanile, elevado sobre la parte central de la nave principal, este Duomo es el ‘techo’ de la ciudad y el perfil más reconocible desde la distancia, ubicado en el barrio de Civita.

A su alrededor se estructuran los Sasso, divididos en Barisano y Caveoso, que rodean el promontorio central, y que se pueden considerar como la periferia de la ciudad. Allí se encuentran varios de los ejemplos de las iglesias rupestres de la ciudad –incluidas dentro del Patrimonio Unesco-, como son la de Santa Lucia e Sant’Agata alle Malve, dentro del Caveoso, la de San Pietro Barisano o el imponente Convento di Sant'Agostino, situado en uno de los puntos más alejados de la ciudad y que casi ejerce de precipicio desde la colina, dominando una importante panorámica de toda la ciudad. A su vez, no lejos de Matera y dentro del conjunto Unesco, otras iglesias como la de Santa Maria della Valle o la Cripta del Peccato Originale constituyen valiosísimos testimonios arquitectónicos y pictóricos con más de un milenio de antigüedad.

Sin embargo, no es sólo el pasado lo que atrae al viajero a esta icónica ciudad, casi de postal, que uno creería decorado ex profeso por artistas para conquistar al turista. Matera ha sabido revitalizar su oferta, siendo hoy una ciudad amable para los que se acerquen a ella y sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos y estando llena de vida, lejos de la categoría de ciudad museo que uno creería encontrar aquí.

Importantes son sus fiestas locales, siendo la más célebre la que honra a la Madonna della Bruna, patrona de la ciudad, que se celebra el dos de julio. Este día, miles de materani se congregan en las calles de la ciudad para ver la procesión en la que la figura sale, desde la iglesia de Piccianello, sobre un carro. Cada año, los habitantes de la ciudad se abalanzan sobre el carro, intentando arrancar piezas de éste, que serán considerados casi objetos de veneración, destruyéndolo por completo en esta particular tradición en la que el carro se restaura anualmente.

Otros eventos de interés turístico son la fiesta de San Eustaquio, el otro protector de la ciudad, que tiene lugar cada 20 de septiembre, y al que se honra por haber salvado Matera de la invasión sarracena; y los itinerarios de la Pasion Materana, que recorren los lugares que han sido escenarios de los numerosos rodajes de cine que han dado nombre a nivel internacional a esta antiquísima población.

Sin embargo, no sólo de religión vive Matera. Sus paisajes, encabezados por el Parco della Murgia Materana, un complejo histórico y natural que ha sido el enclave donde los primeros pueblos paleolíticos se establecieron en la zona, que incluyen necrópolis y asentamientos también prehistóricos, en este caso del Neolítico, como la Grotta dei Pipistrelli.

Otros referentes naturales de la región, como L’Oasi di San Giuliano, a unos 15 kilómetros de la ciudad, se erigen como un vergel a orillas del lago homónimo en el que conviven aves migratorias y actividad humana, dando al humedal un carácter diverso que lleva siendo utilizado por los materani desde hace siglos y que hoy es un estupendo observatorio ornitológico.

Algo más lejos pero también perfecto para las épocas de primavera y verano es el plan que se sucede en las costas de la región, en ciudades como Metaponto –con unos espléndidos restos arqueológicos que datan de épocas helénicas- y desde los que también disfrutar de las playas materanas, a unos 45 kilómetros de la ciudad. Menos conocidas y por tanto menos populosas, las aguas que bañan Basilicata disfrutan de un clima benigno durante todo el año, siendo un refugio ideal para los que quieren combinar historia y relax en el mismo plano.

El último factor que hace Matera un destino idílico es, como no podía ser de otra forma hablando de Italia, su gastronomía y la artesanía local que pervive en negocios familiares. Históricamente considerado uno de los ‘graneros de Italia’, los cultivos de la región se conciben en torno a la trilogía mediterránea de trigo, vid y olivo, extendiéndose durante el último par de siglo a otras producciones. De la harina se saca uno de los lujos de la zona, con merecida fama nacional en el resto de Italia, como es el pan de Matera, un fragante y sabroso bocado, cocido en horno de leña, de miga esponjosa y densa, que es el acompañamiento perfecto de los fragantes aceites de oliva de la región y de algunos platos típicos.

En este sentido es fundamental no perderse una buena pignata, un guiso a base de cordero que se elabora en cazuelas de barro, o el cutturiddu, también con carne de oveja y que se combina con tomates, pimientos y otras verduras en los que te encantará mojar el pan de Matera. Todo ello merecidamente combinado con los vinos locales, especialmente los tintos, muy carnosos, elaborados con variedades sangiovese y aglianico, que pondrán el broche de oro a tu experiencia materana.

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