Existe una isla en el sur del océano Atlántico que fue descubierta en 1502 por los portugueses, pero que hasta hace un mes apenas contaba con presencia humana debido a las dificultades de acceso que presentaba.
Y es que su enclave, casi a medio camino entre Angola y Sudamérica, hacía únicamente viable como medio de transporte un viaje en barco de cinco noches desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
Hablamos de la isla de Santa Elena, uno de los territorios de ultramar británicos, y lugar célebre por servir para encarcelar a Napoléon I desde su derrota en 1815 hasta su muerte en 1821.
Además de sus playas y su naturaleza de isla virgen, solo retocada por su pequeño centro urbano en la capital de Jamestown, la prisión del emperador francés es uno de los principales atractivos turísticos de la isla, eso sí, desaprovechados hasta la fecha.
En 2012, el Gobierno británico aprobó el plan para la creación del aeropuerto, pero desde su construcción en 2015 nadie ha aterrizado allí hasta el punto de ser denominado como el aeropuerto "más inútil del mundo".
El motivo de la ausencia de vuelos es la cizalladura o cortante de viento que puede convierte los aterrizajes y despegues en experiencias desastrosas.
Sin embargo, tras meses de intensivos entrenamientos, los pilotos han dado con la tecla para superar las adversidades atmosféricas y los primeros vuelos comerciales operan desde octubre.
La periodista de 'The Telegraph' Emma Thomson viajó a la isla en el segundo vuelo y ha resaltado sus bosques de "color esmeralda" en los que se albergan 40 clases de especies vegetales desconocidas en el resto del mundo.
121 kilómetros cuadrados de naturaleza a los que a partir de ahora se puede llegar en avión desde Johannesburgo o Ciudad del Cabo. Los precios rondan los 920 euros.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios