Zamora en Semana Santa no tiene nada que envidiar al Sur

  • Cofradías, pasos e imágenes desfilan desde el Siglo XIII manteniendo silencios que enmudecen cada recodo de la ciudad.
Zamora
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Tierra ignota para la mayoría, castellana y recia, como los paisajes que rodean sus murallas. Pero amable y calmada, como el Río Duero que la recorre y abraza. Enfrente, desde el Bosque del Valorio se toman las mejores fotografías de la ciudad, de la que sobresale el inconfundible cimborrio de la catedral de estilo bizantino. Zamora es un compendio de arquitectura en la que se exhibe desde el infinito románico de sus iglesias hasta el modernismo de su Mercado de Abastos y las fachadas de la calle Balboraz, que baja hasta el Duero.

Si las piedras de su muralla, del castillo o de la iglesia de San Bartolome, hablaran Zamora sería testigo de la historia en primera persona. Las calles de suelo empedrado, como la citada de Balboraz, son un desfile de balcones cerrados, artesonados y fachadas de colores que recuerdan vagamente el colorido más propio de otras latitudes más tropicales. Sin embargo, hay ocasiones en que la bruma y la niebla que nace del Duero cubre la ciudad envolviendo y protegiendo su belleza.

Pero si Zamora es conocida como la capital mundial del románico, no hay ninguna otra ciudad en el mundo que ostente tantas iglesias de este estilo, es la única ciudad de interior que luce una arquitectura modernista equiparable a la de las grandes urbes del entorno mediterráneas y su Semana Santa no tiene nada que envidiar a las más sentidas del Sur. Cofradías, pasos e imágenes desfilan desde el Siglo XIII manteniendo silencios que enmudecen cada recodo de la ciudad. Los hermanos de la cofradía de la Vera Cruz, la más antigua de España, desfila con devoción recogida y contenida sobriedad magnífica.

Sobrecoge el modo en que los zamoranos viven su Semana Santa, casi el 50% de sus habitantes participan de forma activa en cualquiera de las procesiones, hermandades y cofradías que recorren la ciudad con un fervor muy castellano de sobriedad, recogimiento y devoción. Cada cofradía recorre la ciudad exhibiendo sus tallas de gran realismo y dramatismo. El Santo Entierro sale el Viernes Santo con una docena de tallas. La tarde del jueves, sale la Santa Vera Cruz, acompañada de once cofradías marcando otro de los momentos estelares de la Semana Santa.

Una Semana Santa muy especial que proporciona momentos de absoluto recogimiento al paso de las tallas, de extrema espiritualidad como la de la Procesión del Silencio en miércoles santo. Sobrecoge la interpretación de la Marcha Fúnebre de Tahlberg y estremece la marcha fúnebre Mater Mea que se repite en varias procesiones. Pero el verdadero clímax ocurre el Viernes Santo a las cinco de la mañana cuando se interpreta un sentido misereré ante la partida de Jesús Nazareno.

Zamora cuenta incluso con su propia gastronomía creada para la ocasión. Desde las sopas de ajo que entonan durante la madrugada del Viernes Santo, al dos y pingada, un plato que incluye dos huevos fritos y unas piezas de jamón presentadas en la sartén. Para alojarse nada como el Parador Nacional, un edificio modernista cuyas habitaciones amplias y cómodas son el mejor refugio donde parar a descansar.

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