Garamendi toma el timón de CEOE con el reto de dar encaje a las grandes empresas

  • Olvidada la crisis reputacional por los fiascos de Díaz-Ferrán y Arturo Fernández, la patronal encara el desafío de apuntalar su representatividad.
Antonio Garamendi, presidente de CEOE / EP
Antonio Garamendi, presidente de CEOE / EP

Antonio Garamendi (Getxo, Vizcaya, 1958) se convertirá este miércoles en el quinto presidente de CEOE en sus 41 años de historia. Su elección será por aclamación después de que ningún otro empresario haya presentado su candidatura para dirigir la que es por derecho la principal organización empresarial del país, la más grande, la más representativa y la única - con Cepyme - a la que la legislación reconoce su capacidad para defender los intereses del tejido empresarial, ya sea en la negociación de los convenios colectivos o en el ámbito regulatorio.

En lo personal, Garamendi - que hasta ahora ha ostentado las presidencias de la patronal de la pequeña y mediana empresa, Cepyme, y del poderoso sector del metal, Confemetal - se quitará la espina de hace cuatro años cuando solo 33 votos le separaron de desbancar a Juan Rosell de la Presidencia de la patronal. Garamendi perdió las elecciones, pero ese día empezó a forjar un liderazgo que cuatro años después le ha llevado sin necesidad de votación al más alto cargo de la CEOE.

Si la elección hace ocho años de Juan Rosell simbolizó la ruptura con el modelo inmovilista, apuntalado durante 23 años por el firme liderazgo de José María Cuevas y embarrado de forma irreversible durante los tres años siguientes por Gerardo Díaz Ferrán, la designación de Antonio Garamendi - que se oficializará este miércoles por la Asamblea Electoral - encarna la ascensión a los espacios de poder de una nueva generación de empresarios, forjada en las 'juventudes' de la organización empresarial - la Asociación de Jóvenes Empresarios - y con una idea bien diferente del papel que debe desempeñar la CEOE.

"Tenemos que ser un instrumento útil en la defensa de los intereses de los empresarios y para ello debemos ser capaces de marcar la agenda de la política económica, porque hasta ahora hemos ido a remolque", observa un empresario al que espera un papel relevante en la nueva CEOE de Antonio Garamendi.

"También debemos estar más cerca de los empresarios y ello implica que participen de una forma más activa en la vida de CEOE, tanto en los grupos de trabajo donde ya están como en los órganos de gobierno. Incorporarlos a la Junta Directiva es inevitable", argumenta. 

La afirmación de este empresario identifica uno de los asuntos más controvertidos que le va a tocar abordar a Garamendi en los primeros compases de su mandato: la posible reforma de los estatutos de CEOE para dar cabida a las empresas de manera individual en el principal órgano de gobierno de la organización, la Junta Directiva.

El reto de acercarse más a las empresas

La idea planteada de manera formal por Juan Rosell en la última Junta Directiva de su Presidencia tiene dividida a la organización entre los 'guardianes de las esencias', que perciben como un ataque habilitar la entrada de sus asociados en el gobierno de CEOE; y los más próximos a la posición del Comité Ejecutivo, partidario de trasladar al día a día de la organización lo que ya es una realidad en su marco presupuestario, donde la mitad de los ingresos por cuotas los proporcionan las empresas. En la era Rosell la nómina de empresas asociadas a CEOE se ha ensanchado de las 127 hasta las 177.

No es una simple cuestión de números. CEOE enfrenta un abierto debate sobre su representatividad, especialmente en el ámbito de las grandes empresas, muy críticas con el papel de la gran patronal.

En el seno de la organización empresarial, no faltan los que dan la razón a esta corriente crítica. "En ocasiones hemos defendido cosas como organización que ningún empresario en ejercicio defendería", asegura un miembro de la Junta Directiva de la organización.

Acortar esa distancia entre el empresario de la calle y sus representantes en la moqueta ha sido uno de los principales retos fallidos de la era Rosell y ha sido asumido como uno de sus grandes desafíos por Antonio Garamendi, que está dispuesto a darle una vuelta a la CEOE para que ese debate sobre su representatividad se termine.

Sobre la mesa, la idea de crear una suerte de 'círculo asesor' o 'think tank' configurado por grandes empresarios para visibilizar ese papel de CEOE como punta de lanza del tejido empresarial doméstico y como plataforma de representación también de las grandes empresas del país. Un proyecto para el que Garamendi quiere contar con Íñigo Fernández de Mesa, ex secretario de Estado de Economía en la era de Luis de Guindos y actual presidente del banco de inversión Rothschild en España.

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