Bodegas

Abadía Retuerta, el destino ideal para los amantes del vino

  • Con una finca en Sardón de Duero, una bodega y un hotel en un convento medieval, Abadía Retuerta es el complejo para los paladares más finos. 
Abadía Retuerta
Abadía Retuerta
Abadía Retuerta

Portal del hotel Le Domaine desde la carretera. Al fondo, la abadía.

Aunque más no fuera por la calidad de sus vinos –las seis referencias que comercializa ‘oficialmente’, entre los tintos de pago monovarietales, el blanco de guarda Le Domaine y el estandarte de la casa, Selección Especial, a los que hay que sumar las 'cuvées' experimentales de la Winemaker´s Collection–, Abadía Retuerta bien merece un lugar destacado en el relato de la reciente España vinícola.

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La cava subterránea de la Abadía, donde se conservan las añadas históricas.

Pero, a estas alturas, restringir el mérito de este antiguo convento a cuestiones puramente enológicas se antoja mezquino. Porque el proyecto que impulsó en 1991 la compañía farmacéutica Sandoz (hoy fusionada en Novartis), se ha desarrollado en múltiples direcciones para sumar atractivos al cabo de 30 años de andadura: una finca vinícola en plena ‘milla de oro’ de la Ribera del Duero, presidida por la propia abadía, un soberbio edificio del siglo XII restaurado para albergar un hotel de lujo –Le Domaine–, con 30 habitaciones; dos restaurantes comandados por el chef Marc Segarra –uno de ellos, Refectorio, bendecido con una estrella Michelin–, y spa vinícola, lo que completa una oferta enoturística sin parangón que el director de la bodega (y el hotel), el inquieto Enrique Valero, se ocupa de agitar con proyectos de todo tipo. “No admito la mediocridad, por lo que dedico el 50% de mi tiempo a entender las necesidades de mis clientes y el resto a motivar a mis equipos”.

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Finca en Sardón de Duero, de 700 hectáreas, 180 de ellas de viñedos. Puede apreciarse la plantación por parcelas y pagos, que corresponde a las diferentes variedades.

Ilustres vecinos 

El sueño que es hoy el complejo de Abadía Retuerta-Le Domaine no se construyó de la noche a la mañana. Cuando la propiedad fue adquirida por la compañía suiza, la abadía estaba allí, aunque no lucía el esplendor que logró una respetuosa restauración. Su valor patrimonial es enorme: fundada a finales del siglo XII, es una de las obras más importantes del románico en la provincia de Valladolid. Fue la casa madre de la orden de los Premostratenses.

Abadía Retuerta
El arco y cúpulas del monasterio, románico, aunque algunos de sus elementos arquitectónicos fueron construidos en etapas posteriores.

Aunque, como otros centros religiosos, se le supone una antigua actividad vinícola, lo cierto es que cuando Novartis adquirió la propiedad no quedaba una sola cepa. Fue por consejo del abogado Juan José Abó, enómano apasionado, secretario de la Academia Internacional del Vino y profesional relacionado con la sanidad, que la compañía suiza se animó a iniciar los estudios de suelos, la plantación de vides y contrató como asesor enológico al bordelés Pascal Delbeck, mentor de grandes añadas del mítico Château Ausone. Con una ubicación privilegiada, a la vera del Duero y con vecinos tan ilustres como Pingus y Vega Sicilia, los suelos debían de ser idóneos para el cultivo de la vid.

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Detalle de una de las habitaciones de Le Domaine.

Y lo eran: ese fue el veredicto del estudio realizado por el experto Vicente Sotés. Entre 1991 y 1994 se plantó la mayor parte del viñedo, y en 1996 Abadía Retuerta elaboró sus primeros vinos, coincidiendo con la incorporación de Ángel Anocíbar como enólogo. Ese año se estrenó también la bodega de elaboración, con tecnología avanzada, que permite vinificar individualmente el fruto recogido en las 54 parcelas que componen las 180 hectáreas de viñedo.

El desarrollo de las instalaciones de una bodega high-tech no debería eclipsar los esfuerzos que ha realizado Abadía Retuerta por recuperar la riqueza ecológica de su finca. La propiedad atesora una amplia biodiversidad, que sus responsables han sabido potenciar preservando la fauna autóctona y catalogando sus árboles históricos, como la encina de 350 años, cuyos 14 brazos semejan una auténtica cúpula vegetal. En el compromiso con la defensa del entorno natural se inscribe la colaboración de la bodega con la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE), que ha permitido introducir en el viñedo especies de aves insectívoras, favoreciendo el equilibrio medioambiental.

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Imagen del spa del complejo.

Visión de 360º

Decíamos que Abadía Retuerta es mucho más que buenos vinos. Pero había que demostrarlo. Para ello, Novartis contrató en 2009 a Enrique Valero como director general, ejecutivo del sector del vino que concibe conceptos tan exigentes como creativos. “Me pidieron que llevara Abadía Retuerta a una visión de 360º”. Desde esa perspectiva holística, el primer gran salto fue convertir la vieja abadía en el mejor hotel vinícola de España y Portugal: Le Domaine abrió sus puertas en 2012, con 30 amplias habitaciones, a las que luego sumó el spa, los dos restaurantes... “Pronto inauguraremos un tercero, Calicata. También ofrecemos catas verticales de bodegas amigas, como Vega Sicilia, Belondrade y Marqués de Murrieta, y estamos trabajando en una carta inédita de incunables de vinos de Jerez”, cuenta Valero.

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Enrique Valero, director general de Abadía Retuerta, en el claustro de la abadía.

Otros de sus proyectos son los libros de vinos para niños (La aventura del vino), la Academia del Terruño –que facilita a los profesionales el conocimiento de este concepto– y el club The Craft, que reúne a personas con intereses comunes en los negocios y el ocio. Lo que confirma que Valero no para.

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