Diseño 

Bauhaus, la escuela de diseño que se convirtió en movimiento estético

  • Con espíritu utópico y transgresor, Bauhaus es un adjetivo que delimita formas que aún siguen siendo influyentes.
Bauhaus
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Bauhaus

Sede original en Weimar (Alemania) de la Bauhaus.

El nombre Bauhaus llega hasta nuestros días con un sonido metálico y límpido asociado a algunas de las obras más importantes de la historia del diseño y la arquitectura. Pero es mucho más. La subversión que provocó este centro educativo alemán de las categorías docentes, estéticas y técnicas, desde su apertura en 1919 hasta 1933, cuando cerró por razones políticas y económicas, tiene que ver con una nueva forma de ver el mundo.

De propulsar los cambios sociales más profundos que se dieron en el siglo pasado traduciéndolos en un nuevo lenguaje visual gestado por algunos de los artistas más importantes de la historia moderna. Vassily Kandinsky, Paul Klee, Laszlo Moholy-Nagy, Josef Albers, Marcel Breuer o Mies van der Rohe, dieron alas a varias generaciones de artesanos y creativos. Y cambiaron la forma en que los usuarios nos relacionamos con los objetos, democratizando así la experiencia estética.

Bauhaus

Walter Gropius, fundador de la escuela Bauhaus. (Bauhaus-Archiv)

Pocos pensaron que bajo la circunspecta imagen de un joven arquitecto de provincias podía ocultarse un visionario. Desde su primera obra –la Fábrica Fagus, en Alemania, con solo 27 años– hasta la construcción del rascacielos de la Pan-Am en Nueva York, el fundador de la Escuela Bauhaus fusionó arte y tecnología, aunando destreza artesanal y reproducción en serie. Sus proyectos y edificaciones –en Europa y exiliado en EE UU– convirtieron la estética industrial en una categoría icónica. Además, sus bloques de viviendas humanizaron una arquitectura que emancipó al ciudadano de entreguerras.

Del lienzo al papel

En la mejor tradición polifacética de la Bauhaus, Josef Albers fue pintor y diseñador de muebles, pero también uno de los maestros más importantes de la escuela, junto a Kandisnky o Klee. Todos convirtieron la abstracción en el estilo que sintetizaba un lenguaje universal capaz de infiltrarse en la cotidianeidad. En el taller tipográfico y de publicidad, el diseñador gráfico Herbert Bayer derivó esta apuesta a creaciones de gran rigor e impacto, revolucionando el diseño de publicaciones. Tras dirigir el Vogue alemán, se exilió en EEUU y dedicó sus esfuerzos a difundir la Bauhaus en exposiciones y publicaciones.

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Nuevo modelo educativo

Más allá de innovaciones docentes como el 'vorkurs' o curso de iniciación, al que seguirían tres años de estudios, más las prácticas, la Bauhaus renovó el sistema de enseñanza artística proponiendo a sus estudiantes algo tan sencillo como aprender experimentando. Todos los alumnos debían pasar por los diferentes talleres (mueble, tejido, metal, alfarería, etc.), que se convertirían en el espacio académico central. Esto llevó a superar la separación entre disciplinas, que desde el medievo se aprendían de forma gremial en compartimentos estancos, con el objetivo final de obtener una visión global del acto creativo.

'Wassily chair' de Marcel Breuer

Si las artes aplicadas podían tomar forma en objetos cotidianos de espíritu industrial, estos también podían inspirar los nuevos trabajos que nacían de las teorías de la Bauhaus. Así, la famosa silla 'Wassily B3' de Marcel Breuer –diseñador y arquitecto que con los años se afilió al movimiento brutalista, y que proyectó el Museo Whitney de NY– fue imaginada a partir de la estructura tubular de su bicicleta. Este icónico modelo recuerda al esqueleto de un sillón de club, o un sofá chester, y forma parte de una colección entera de muebles que Breuer concibió en torno a 1925, cuando era profesor de la escuela, y que fue editada por Thonet.

Mies van der Rohe

El célebre arquitecto alemán, que acuñó el leitmotiv “Menos es más” y es conocido en España por el pabellón que realizó en Barcelona para la Exposición Universal de 1929, fue el último director de la Bauhaus. Tanto en la mencionada edificación como en otras obras institucionales o privadas, así como en sus rascacielos, la arquitectura se caracteriza por la aplicación del cristal y el acero. Planos sencillos de corte neoplasticista que recuerdan la abstracción visual de quienes fueran sus compañeros en el Novembergruppe –Theo Van Doesburg y El Lissitzky– y que se rebelaron contra el paso del tiempo, como la icónica Casa Fansworth.

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El Museo de Diseño del Archivo Bauhaus, en Berlín (Bauhaus-Archiv).

Black Mountain College

La influencia de la Bauhaus se fue expandiendo no solo en cada objeto de formas básicas que nos rodea, o en la manera intuitiva e inmediata en que nos relacionamos con el diseño. Forzados por el exilio, muchos de sus profesores polinizaron los medios académicos con su experiencia docente. El ejemplo más evidente lo tenemos en el Black Mountain College, fundado en 1933 –el año en que Bauhaus cerró–, en Carolina del Norte (EE UU), del que fue profesor Josef Albers y en el que participaron genios como el coreógrafo Merce Cunningham y los pintores Cy Twombly, Robert Motherwell, Willem de Kooning, Franz Kline o Robert Rauschenberg.

Vida cotidiana

Ya fuese en Weimar, Dessau o Berlín –las tres ciudades en las que durante sus 14 años de existencia la escuela Bauhaus tuvo sede–, el día a día de la escuela se abría al mundo con un ímpetu utópico. La igualdad de géneros, el nudismo, el veganismo y algunas de las revoluciones que luego vendrían, estaban ya presentes en sus aulas y en las fiestas legendarias que se celebraban como si se tratase de una materia lectiva más. Otra forma de transgredir la idea de obra de arte, uniéndola con la acción vital.

Artesanía vs. tecnología

Gropius entendió enseguida que los materiales no considerados nobles –acero, barro y vidrio, sobre todo– podrían tener un potencial creativo y estético. Y que la producción industrial de los objetos cotidianos podría suponer una revolución cultural y de consumo. Muy preocupado por la rentabilidad económica de su escuela, muchos de los productos imaginados en Bauhaus eran comercializados. El diseño se convirtió en un campo de batalla en el que la idea acabó superando a la destreza manual. Y donde la tradición vernácula de la artesanía se vio potenciada con un espíritu vanguardista.

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La forma sigue a la función

En la ideología Bauhaus no es el usuario el que debe amoldarse a las formas que le rodean. La visión romántica del mundo provocaba una estética recargada y ampulosa para evidenciar la diferencia de clase o al artista tocado por una mano divina. Una aproximación casi política al diseño de objetos cotidianos, y a quienes tenían derecho a idearlos, trajo consigo una simplificación, un cambio de paradigma estético y ético en el que las formas y las normas se refinan porque son más sencillas y legibles. Y nos igualan más allá de la capacidad cultural o económica.

Mujeres Bauhaus

Fueron muchas las artistas que enriquecieron con su trabajo los talleres de la Bauhaus, e incluso tuvieron puestos de responsabilidad. Marianne Brandt era pintora, pero acabó estudiando con Moholy-Nagy en el taller de metal y posteriormente haciéndose cargo de él, pasando a la historia con sus elevados diseños entre lo cotidiano y lo sublime. Lilly Reich creó algunos de los muebles más importantes del siglo XX, y Gunta Stölzl, al igual que Anni Albers, sublimaron el arte de los tejidos abstractos a elemento fundamental de la decoración.

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