Es el sueño de todo apasionado inversor y coleccionista de etiquetas de prestigio: disponer de una bodega personalizada diseñada completamente a su medida, tan elegante como una biblioteca; o contar con habitaciones dedicadas exclusivamente al vino. Una expresión máxima de estética, tecnología y producción artesanal cuya inspiración proviene de empresas americanas y británicas. Pueden crear una habitación aislada hecha de vidrio transparente donde las etiquetas se muestren expuestas de una manera muy decorativa iluminadas por luces LED –que no alteran la preservación del vino– o paredes enteras donde guardar botellas que actúen como muros divisorios del ambiente.
La 'Clark Room' de la empresa Sevanté es suficiente para conservar más de 3.000 etiquetas y cuenta, en su parte central, con una rueda giratoria de madera curvada al vapor donde cada botella puede ser colocada en horizontal o con una inclinación de hasta 15 grados.
El bastidor completo es de madera curvada, ideado para adherirse a las paredes circulares de la habitación. Otra buena opción para acomodar las botellas en las paredes de la cocina o del salón son las eficientes bodegas a doble temperatura de la empresa alemana Sub-Zero, con paneles adicionales en madera y acero.
Bajo tierra
Una solución muy original y perfecta para aquellos que viven en una planta baja es la que propone Spiral Cellars, que puede ser recreada incluso en la sala de estar. La compañía británica excava hasta tres metros para crear una bodega semienterrada en cemento, lo que proporciona una refrigeración natural por su temperatura y humedad, con capacidad para albergar hasta 1.580 botellas, que además quedan a la vista.
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