Arte

De la madera al cristal: conozca el buen hacer de los artesanos españoles

Nos adentramos en el mundo de los oficios tradicionales, con laboriosas confecciones a mano, que perduran en nuestro país.

Artesanos
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El ikat está considerada la técnica de decoración texti más antigua del mundo. El taller mallorquín de Teixits Vicens sigue esta tradición. (Fotografía: Pablo Zamora)

'Artesano' se relaciona más con el arte que con la propia mano, aunque esta sea imprescindible en su realización. Y, curiosamente, ‘artesanía’ suena como una hermana menor del Arte con mayúscula, un poco despistada y menos considerada, sin saber por qué, cuando en realidad es la Marta de las hermanas, es la útil, la que desempeña una función práctica, la más necesaria para el día a día y la que más facilita la comodidad y la calidad de vida de los humanos. Y todo ello sin olvidar la vocación de bella manualidad armónica y creativa que la vincula, y a veces muy próximamente, con su glamuroso pariente, el Arte.

La reflexión pertenece al decorador Pascua Ortega y está incluida en la introducción del libro 'Artesanos. El buen hacer español' (editorial Turner), un selecto recorrido por algunos de los mejores talleres de nuestro país, templos del oficio cuidado, calmado y a veces lento, en el que el trabajo bien hecho es el leitmotiv, por encima de la cosificación o de la producción masiva.

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El taller Mantas Ezcaray (La Rioja), especializado en la confección con lana mohair.

Ajenos a los grandes mercados, al marketing omnipresente, su dedicación exclusiva escapa en la mayoría de las ocasiones al conocimiento del gran público. Suena, por tanto, a un cierto ejercicio de justicia este libro, en el que los textos precisos y descriptivos de Txema Ybarra y las espectaculares e ilustradoras fotografías de Pablo Zamora se alían para ofrecer un testimonio directo y evocador del día a día de los artesanos y de la habilidad de sus manos y herramientas.

“Nada más fascinante que un libro que se pegue a la piel de España y se adhiera a esos rincones mágicos donde surgen, y desde hace tanto, esos pequeños milagros a base de tradición y conocimiento”, cuenta Ortega, cuya introducción nos sirve para evocar y transmitir el espíritu del libro. Y añade: “Da gusto recorrer cual Santa Teresa los caminos de este país de tantas manos laboriosas y creativas, que llegarían a rozar el arte si no fuera porque la función y la utilidad las colocan fuera de lo que se considera puro arte destinado a no ser más que eso, Arte”.

No pretende el libro ofrecer una selección definitiva. El tópico, no están todos los que son pero son todos los que están, cobra todo su sentido en una lista por obligación limitada, 'mágica' se califica en la introducción, que recorre toda la geografía española, por los más diversos rincones y las más variopintas actividades.

“Cuántas son las sugerencias de esta palabra (artesanos) –escribe el decorador–, cuántos olores a barros húmedos, a mimbres y a virutas de madera, al fuego de la fragua, a ritmos y sonidos sugestivos de rueca, yunque, telar, rueda, casi siempre monótonos y repetidos, pero siempre evocadores de lo muy auténtico del hombre, de sus primeras incursiones históricas en la creación de lo útil, de lo muy necesario, desde el recipiente más parecido a la tierra que pisa hasta las muy sofisticadas texturas con que cubrirse que, desde las salvajes pieles de animales, evolucionan hasta la exquisitez de las sedas bordadas y los linos”.

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La tradición del encurtido artesano de la piel sigue vivo en Bench, una marroquinería de Ubique, Cádiz. (izquierda). Al lado, la Real Fábrica de La Granja de Segovia.

Efectivamente, el libro recoge la vieja tradición del encurtido de la piel en un taller de la localidad de Ubrique (Cádiz), llamado Bench, que ha sustentado su éxito en la colaboración con firmas de primer nivel internacional. “Su sede –cuenta Txema Ybarra en el libro– funciona como un laboratorio. Aquí se aprende a dominar un artículo para luego enviar a uno de los empleados expertos a enseñar a otro taller del mismo grupo (lo integran diez fábricas) cómo se monta. Los encargos especiales, no obstante, se quedan en la central”, como un baúl de cocodrilo o un gigantesco mueble bar en ante para clientes particulares.

En la otra punta del país, en Sada (A Coruña) y Cervo (Lugo), la mítica cerámica Sargadelos, un proyecto fundado en el siglo XIX y reinventado tras la Guerra Civil por el impulso de intelectuales gallegos, conserva en sus vajillas y restos de piezas “la singularidad de unos diseños que son todo un símbolo de Galicia”, explica Ybarra. Figuran también oficios como el de la elaboración artesanal de escopetas, en Aya, un taller de Eíbar (Guipúzcoa), que diseña armas a medida del cliente, ajustando a mano hasta la última pieza. O la confección en la preciada lana mohair de Mantas Ezcaray, en Ezcaray (La Rioja), que también ha conseguido el salto a los mercados internacionales.

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A la izquierda, cerámica de Sargadelos. A la derecha, vasijas elaboradas en Apparatu (Barcelona).

Y en Teixits Vicens, en Pollença (Mallorca), el único taller en todo el Mediterráneo que aún conserva la milenaria técnica del ikat –una forma de elaboración de tejidos a base de nudos que, al impedir que el tinte penetre en ellos, condiciona el dibujo de la tela–, y que ellos emplean para elaborar las originales telas de lenguas mallorquinas, con un dibujo entre jaspeado y acuoso que es tendencia en el mundo de la decoración.

Como lo fueron los muebles de ratán, o rota, una flexible médula importada de Indonesia que vivió un auténtico boom, durante el que sirvió para fabricar sillas, mesas, camas o estanterías o incluso para forrar las barras de los bares, y que vive ahora una segunda juventud en la localidad de Moixent (Valencia), donde los artesanos de Expormim han apostado por colaboraciones con diseñadores de la talla de Óscar Tusquets y Jaime Hayon.

“Cuántos suelos de cuántas casas he vestido con las alfombras de esparto de Antonio Molina, que posee una gama de colores digna de Turner, y en cuántas de mis obras gallegas Sargadelos, el clásico, ha enriquecido las paredes de cocinas y comedores –cuenta Pascua Ortega, que en la continúa búsqueda de materiales, texturas y objetos para su trabajo ha conocido a muchos de los artesanos aquí reflejados–. Y, por supuesto, no puedo dejar de hablar de mis telas de lenguas mallorquinas, algodones únicos e incluso sedas, con los que he ambientado tantas masías de las islas. Y el mundo de las cerámicas casi infinito en toda la Península y en toda su historia y tan necesario en todas las mesas y cocinas. Sin embargo, poco puedo hablar del mundo de la guitarra, por la torpeza de mis manos, tan poco musicales”.

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Vicente Carrillo, lutier guitarrero de Casasimarro (Cuenca), ha fabricado piezas para algunos de los mejores artistas de la música internacional.

Porque también el lutier guitarrero Vicente Carrillo, de Casasimarro (Cuenca), merece una mención en el libro, como poseedor de un experto conocimiento que viene avalado por la larga historia de su propia familia en el oficio, de la que él es la quinta generación. Premio Nacional de Artesanía 2010, entre sus clientes tiene a algunos de los mejores intérpretes de guitarra española, tanto en el ámbito del flamenco como en el de la música clásica. La lista, interminable, incluye nombres como Paco de Lucía; Javier Limón; Niño Josele o los hermanos Carmona, de Ketama; Scott Tennant, miembro de Los Angeles Guitar Quartet, o el concertista español José María Gallardo.

Pero Carrillo también mantiene una curiosa relación con la cocina. Cuenta Ybarra que el cocinero Juan Mari Arzak creo el plato “Pechuga de pato ahumada con virutas de ciprés de Vicente Carrillo” con las que este le envió tras conocerse en un congreso culinario. “Todas, todas estas laboriosas manifestaciones culturales –continúa Ortega–, son un auténtico orgullo, y desde antiguo, y por eso las nuevas generaciones somos responsables de que sigan existiendo. Creo que me voy a hacer encaje de bolillos”.

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