El 'boutonniere', la costumbre y el placer de llevar una flor en la solapa

  • Vivió su edad de oro a principios del siglo XX y se utilizaba para prolongar la fragancia de una noche. Hoy, se colecciona como una joya.
Alan Ladd
Alan Ladd

Adornar la solapa de una chaqueta con una flor nunca ha sido muy popular entre los hombres, ni siquiera entre los que copaban la cumbre de la pirámide social, donde los asuntos relacionados con el atuendo eran de suma importancia. Quizás el declive de la popularidad del 'boutonniere' está directamente relacionado con la desaparición gradual del los hombres verdaderamente elegantes, paradigmas de estilo.

La paulatina extinción de los hombres elegantes también se ha manifestado en otros aspectos: la sastrería a medida tiene cada vez menos adeptos –un traje o una chaqueta deben tener determinadas características para colocar un 'boutonniere'–, cada vez se consumen más prendas ya confeccionadas y proliferan los diseñadores que obedecen a las tendencias.

Gabriele D'Annunzio
Gabriele D'Annunzio, un excelente exponente de la elegancia italiana, y uno de los iconos del dandismo.

Todos estos factores han erosionado el criterio de los consumidores. Los hombres modernos no han tenido la oportunidad de elegir su vestuario, se les ha asignado un ‘uniforme’. Los sucesivos viajes que deben realizar por motivos profesionales no les dejan tiempo para pensar sobre ‘sus armarios’. 

Los accesorios como bastones, pajaritas o sombreros han perdido el favor de muchos hombres porque llevarlos implica reflexión, coordinación y confianza en sí mismo. También da que pensar que de las numerosas maneras de anudar una corbata tan solo dos hayan resistido con el paso del tiempo. La joyería masculina cuenta con una gran variedad de piezas, pero solo los gemelos han conservado su popularidad a lo largo de los años. Lo que representa el estilo y el estatus en nuestra era es cuando menos trágico: no nos preocupamos por potenciar la elegancia, solo nos importa demostrar un cierto estatus a través de objetos ostentosos.

Boutonniere
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Mantengo, no obstante, que el temor a parecer afeminado no tiene nada que ver con la desaparición del 'boutonniere' del léxico moderno de la moda masculina. Que un hombre lleve una flor en la solapa es sinónimo de un temperamento refinado, artístico y romántico. Además, una flor sugiere que su portador goza de una gran imaginación y sensibilidad. Abogar por el regreso del 'boutonniere' no significa en absoluto que se sea irrespetuoso con la naturaleza. Ninguna persona sensata y civilizada condena el placer de regalar un ramo de flores o de adornar la casa con flores frescas. La vida de una flor, ya de por sí breve, no mengua sobre la solapa de una chaqueta. 

Sean Connery

Sean Connery como James Bond en la película Goldfinger (1964).

Mi teoría es que la clave del declive del 'boutonniere' está en la evolución de la corbata. A principios del siglo XX, los pétalos no tenían rival. Pero conforme los estampados de las corbatas se hacían más estridentes, el color se trasladó de la solapa al cuello, de donde aún no se ha movido. Los retratos de los hombres influyentes de Hollywood son la prueba de que el 'boutonniere' se luce mejor –incluso en las fotografías en blanco y negro– con un traje, una camisa lisa y, a lo sumo, una corbata de estampado geométrico.

Gary Cooper

Un retrato de Gary Cooper fechado en 1932.

¿Dónde buscar los signos de su regreso? Parece que el hombre se está reconciliando con la elegancia y vuelve a prestar una mayor atención a los detalles. El regreso de la elegancia es el resultado de un resurgimiento de los hombres verdaderamente elegantes. Podemos denominarles hombres del Renacimiento o románticos incurables, una reducida fraternidad de hombres que comparten el placer de llevar una flor en el ojal de su chaqueta. 

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