Jasper Morrison posee un tono de voz y una cadencia lenta en las frases que anima similitudes con sus diseños. Habla casi susurrando, en voz baja, con una humildad que se proyecta en cada uno de las piezas que salen de su taller. Sus gestos también son mínimos. Pero uno es consciente de que su mirada analiza cada detalle. Su cerebro trabaja constantemente deslizándose sobre la superficie de las cosas que nos rodean. Y de los vacíos que las contienen.
El diseñador inglés (Londres, 1959) estudió diseño en la escuela Politécnica de Kingston e hizo un postgrado en la Royal College of Art. Las piezas que realizó para su graduación tuvieron una atención inmediata, que se ha extendido en el tiempo hasta la actualidad. Una de las sillas que diseño para aquella ocasión participó en una subasta que Sotheby’s lanzó sobre diseño contemporáneo en octubre de 2017. Tony Chambers, encargado de comisariar la venta, se refirió a esa pieza explicando que contenía el vocabulario que Morrison nunca abandonaría: la simplicidad más absoluta, la casi transparencia. Una parquedad eterna.
¿Tiene usted buena memoria visual?
Sé reconocer una silla…; un rostro, no tanto.
¿Siempre fue así? ¿Siempre tuvo una atracción hacia las formas, las estructuras?
Creo que empezó con las atmósferas. Cuando eres joven y estás en un lugar extraño se genera un interés pero quizás no te guste. Poniendo atención a las situaciones, era muy consciente de cómo me sentía en diferentes atmósferas. Recuerdo abrir una puerta al jardín, atravesarla... y la situación era tan diferente. Esa conciencia espacial combinada con percibir las formas de los arboles… Me fascinaba la conexión entre atmósfera y emoción.
¿Cuál es su lógica creativa?
Paso mucho tiempo intentando entender qué tipo de atmósfera crearán ciertos objetos. Si empiezas con una habitación blanca con una ventana y una puerta y comienzas a traer objetos, el ambiente variará. Los objetos tienen ese poder y la habilidad de afectar cómo nos sentimos. Una de las cosas más interesantes del diseño es el efecto atmosférico.
Cuando era muy joven usted conoció un interiorismo moderno, aéreo. Su abuelo coleccionaba diseño danés. ¿Le influyó?
Sí, y luego conoces gente que vive en lugares inspiradores o visitas restaurantes o lugares preciosos que te hacen sentir bien.
Cuando hablaba de adentrarse en el jardín y enfrentarse a la naturaleza, sus ojos se iluminaron. ¿Trata usted de canalizar esa sensación natural en su trabajo?
No tanto pero quizás de alguna forma sí.
Hay una pureza en su trabajo que parece conectar con lo natural.
Me gusta mucho ir a jardines botánicos, ver plantas exóticas, cómo te hacen cambiar de humor. Es como una droga. Vas a un lugar y de repente estás rodeado de estas grandes plantas de extrañas formas.
Pero usted no intenta reproducir esas formas en su trabajo.
No, pero al mismo tiempo un árbol tiene un efecto atmosférico, así que es paralelo.
¿Es complicado hacer algo sencillo?
Creo que es muy natural, pero es la única forma en que sé hacerlo.
¿Impone su criterio sobre la pieza o deja que esta guíe su lógica?
Es algo más instintivo. Cuando dibujas comienzas con ciertos sentimientos, como una silla que tenga patas planas en lugar de redondas. Y luego esto te informa sobre la manera de resolver otras cuestiones. Quiero que todo lo que haga sea mejor que lo que había antes.
¿También mejorar nuestra relación con el objeto o el contexto?
Incluso el aspecto más humilde de lo cotidiano, sí. Mejorar el confort, la atmósfera. Mejorar la relación con el objeto cuando despiertas por la mañana y tomas un café. Todos esos objetos que te rodean te dan mensajes variados si te llevas bien con ellos, como con las relaciones humanas. El diseño puede darte realmente una vida mejor. Si te gusta mirar una silla, si te gusta usar una silla, si la silla aporta una buena atmósfera a la habitación, eso te hace sentir bien, te inspira en tu vida cotidiana.
También un cierto nivel de confort te ayuda a olvidarte de ti mismo.
Sí, aunque estos objetos –apunta a su teléfono móvil– cada vez nos quitan más y más de la conciencia de nosotros mismos. Es otro tema porque no es algo físico, es un mundo misterioso de contenidos e informaciones digitales que realmente nos absorbe. Es muy diferente de cómo nos relacionamos con los objetos.
Al referirse a él, ha tocado su teléfono como si fuese algo tóxico...
Lo uso mucho, uso mucho Instagram. Para gente visual como yo que miramos mucho es muy útil. Solía ir por el mundo con una Pentax de grandes lentes para poder tomar detalles de objetos, pero no siempre la tenía y a veces veía algo increíble que no podía capturar. No sé cuantas fotos tienes en tu teléfono, pero yo tengo más de 14.000. Tomo entre 3 y 50 fotos al día. Instagram puede ser muy inspirador, es un lugar para mostrar cuál es tu visión. Otras personas en la profesión también lo hacen y compartes información.
¿Ser consecuente con una visión estética ha sido algo consciente?
No, tienes una forma de trabajar. Soy viejo pero soy la misma persona. Cuando eres artista o músico o diseñador hay cosas que no puedes cambiar, es la forma en que eres, y puedes ser bueno o malo. Pero no puedes cambiarlo. Yo no puedo hacer lo que Jaime Hayón hace, complejo y rico. No está en mi cabeza, no es mi vocabulario. En 20 años, Jaime hará lo que hace ahora, diferente pero manteniendo un curso.
En la imagen, a la izquierda, silla 'Cap'; a la derecha, sofá 'Kile', ambas creaciones del diseñador británico.
Ser comercial, ¿le preocupa?
Sí, es fantástico cuando vendes muchas sillas, no porque te paguen sino porque lo hiciste bien, acertaste. Es el objetivo. Quiero que la gente disfrute de lo que hago. Si no lo apreciasen sería muy triste, un fallo. Deprimente (ríe). Es lo bonito del diseño, es un poco como Instagram. Te dan likes y te sientes recompensado por tu esfuerzo.
Su diseño simplista se ha enfrentado a tendencias muy barrocas en el diseño…
Como nunca cambié de línea de trabajo, tampoco presto mucha atención a las tendencias. Las cosas van siempre en zigzag. Una vez me preguntaron: “Como su trabajo ya no está de moda, ¿seguirá adelante?”. Era la época en la que se llevaban los objetos más recargados y a mí se me consideraba un diseñador minimalista, que no lo soy. Cuando escuchas algo así la primera vez te preguntas si es cierto, si estás acabado. Pero es irrelevante. La tendencia puede ir a izquierda o derecha, pero no me afecta porque estoy en el medio. No soy minimalista ni maximalista. No voy a decir que mi línea es la única pero es válida.
¿Cuál es la diferencia entre usted y un diseñador minimalista?
Carácter, atmósfera…, no busco crear un contexto vacío en el que no hay nada. Me interesa la riqueza cromática, las formas. Estoy enamorado de la tensión entre una línea recta y una curva. La mayor parte de los minimalistas no tienen curvas y para mí es muy poco natural. No hay nada más bello que equilibrar líneas rectas y curvas, proporciones, efectos.
¿Busca ser atemporal?
Sí, es el objetivo último. Hacer algo que trascienda el tiempo e interese siempre.
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