Personajes

Alexi Lubomirski, el aristócrata que retrata al príncipe Harry y Meghan Markle

La aristocracia, dice, tiene más que ver con la amabilidad que con el árbol genealógico. Hablamos con el Príncipe Alexi Lubomirski, fotógrafo de moda.

Descendiente de la aristocracia polaca, el príncipe Alexi Lubomirski es fotógrafo de moda, especialmente conocido después de que el príncipe Harry y Meghan Markle le encargaran las fotos de su compromiso y matrimonio. En la foto, en las calles de Nueva York, donde reside.
El príncipe Alexi Lubomirski es fotógrafo de moda, conocido después de que el príncipe Harry y Meghan le encargaran las fotos de su compromiso y matrimonio. En la foto, en las calles de Nueva York, donde reside.
 

Nacido en Gran Bretaña, pasado africano, residencia en Nueva York, orígenes en la alta nobleza polaca, esposa italiano-cubana. Algo así como el globo terráqueo concentrado en este fotógrafo. Nacido en 1975, Alexi Lubomirski, que se hizo famoso por tomar las fotografías oficiales del compromiso y el matrimonio del príncipe Harry y Meghan Markle, es también él príncipe, un aristócrata posmoderno que gobierna un reinado de pequeñas bondades diarias. Porque, como demuestra en el libro Consejos principescos para una vida feliz, escrito para sus dos hijos, hoy ser príncipe no tiene que ver con el árbol genealógico, sino con hacer gestos delicados de los que estar orgullosos en el momento de la muerte. El auténtico caballero no es el dueño de un castillo, es el que ayuda al vecino a colocar la maleta en el portaequipajes del avión.

Comenzó como asistente del fotógrafo Mario Testino, sujetando el flash en cada sesión. Podría decirse que aprendió de él a iluminar a la gente.

Más que una cuestión de luz, la fotografía de moda es una cuestión de seres humanos. A veces es suficiente mover el brazo del modelo unos centímetros para que se sienta cómodo. Testino, por ejemplo, sabía cómo hacer que Gwyneth Paltrow se sintiera aún más bella y sexy.

¿Y cómo se hace?

Tienes que entender a quién te enfrentas, conectarte con las personas, comprenderlas, establecer una relación. Solo de esta manera puedes convencerla de que te muestre ese alma que luego inmortalizarás con la lente.

¿Cómo aprendió a entender a las personas?

Observando y escuchando. Tengo mucha curiosidad, acribillo a la gente a preguntas. No es una táctica, es solo mi forma de ser, sean maquilladores, estilistas, peluqueros, vecinos del metro, taxistas o aristócratas.

¿También aplicó esta regla con Harry y Meghan durante la sesión de fotos de su boda?

Comencé antes, cuando tomé fotos de su compromiso oficial. No quería tratarlos como una naturaleza muerta, como dos instituciones inanimadas. Había notado electricidad en sus miradas, algo único y personal, y eso era lo que quería capturar en lugar de la rígida formalidad de las ceremonias.

Una de las fotos del compromiso oficial entre el príncipe Harry y Meghan Markle realizada por Lubomirski.
Una de las fotos del compromiso oficial entre el príncipe Harry y Meghan Markle realizada por Lubomirski.
 

¿Disfrutó de total libertad?

Por supuesto que no. Primero estudié el protocolo. Hay cosas prohibidas. Por ejemplo, no puedes fotografiarlos mientras se besan.

Entonces, ¿cómo capturó su intimidad? 

Hay una foto en blanco y negro de la que estoy particularmente orgulloso, en la que Harry y Meghan se abrazan y no miran a la cámara. En sus ojos, hay algo intenso y verdadero que transmite al observador la impresión de estar ante un momento espontáneo de intimidad.

¿Cómo contactaron con usted para proponerle que hiciera esas fotos? 

Yo estaba en el hospital de Oxford, esperando la respuesta de los médicos: mi madre había tenido un tumor cerebral y, en la práctica, era una situación de 50-50 de probabilidad de superarlo. De fondo, se oía la televisión anunciando el compromiso de Harry y Meghan. Entonces, sonó el teléfono: “Hola, aquí el Palacio de Kensington”. Pensé que era una broma. En cambio, era verdad. Me tomé un tiempo, estaba demasiado concentrado en mi madre. Cinco minutos después, los médicos me dijeron que lo lograría, y volví a llamar al palacio.

¿Cómo le ha cambiado la vida la visibilidad que obtenido gracias a Windsor? 

Mi vida personal ha cambiado poco, pero ahora tengo un poco más de poder para influir en mi mundo. 

¿Y cómo piensa utilizarlo? 

Después de la industria petrolera, la de la moda es la más contaminante a nivel mundial. Es un sector fantástico, es maravilloso trabajar en ella, pero gracias a la popularidad que he ganado, quiero mejorarlo. Sé bien que la notoriedad es para hoy o, quizás, para mañana, especialmente en esta era digital, así que quiero explotarla tanto como pueda. Por ejemplo, me niego a aceptar trabajos con pieles y estoy involucrado en varios proyectos de concienciación y sostenibilidad ecológica con mi esposa Giada.

el fotógrafo en una imagen de archivo.
El fotógrafo en una imagen de archivo.
 

¿Cree que el ser humano es egoísta?

No es el término correcto. Creo que, en cambio, está desconectado de sí mismo. Piense en los incendios que devastaron Australia hace unos meses. Esas fotos de koalas y canguros entre llamas. La gente aquí, en Nueva York, quedó impresionada, sufrió. Así que en poco tiempo se recaudaron grandes donaciones para proteger la naturaleza australiana. Y, sin embargo, esas mismas personas, incluso aquellas que han dado sumas generosas, quizás salgan de casa con una prenda de piel de armiño. Me gustaría ayudarlos a reconectarse.

¿Esta misión figura entre los deberes del caballero del tercer milenio?

Absolutamente sí. El príncipe moderno no tiene nada que ver con plumas azules y caballos blancos, sino con amabilidad, compasión, delicadeza, generosidad, romanticismo. No con el escudo genealógico, sino con la sustancia espiritual. No es extraño que la expresión en inglés para describir a un hombre particularmente bueno sea ‘príncipe entre los hombres’.

¿Cuándo desarrolló esta visión sobre la aristocracia de la bondad?

Cuando vivía en Botsuana con mi madre. Un día, cuando tenía 11 años, me dijo que era un príncipe. Y yo pregunté que dónde estaban los castillos y todo lo demás”. Ella me respondió que no teníamos castillos. Entonces le pregunté que qué sentido tenía ser príncipe si no teníamos castillos ni carruajes. Y ella me dijo: “Debes ser un príncipe en tu corazón y en tus acciones”.

¿Se siente una excepción?

Una excepción no, una minoría sí. Hoy están casi todos doblados ante su móvil, hipnotizados por las luces azules de esas pequeñas pantallas. No levantan la cabeza, no se dan cuenta de dónde están, con quién, qué sucede a su alrededor. El otro día en el metro había frente a mí un niño que no levantó la cabeza de su teléfono durante tres paradas. No vio a la mujer embarazada a la que podía ceder el asiento, ni a una hermosa niña que lo miraba. Pierdes la magia del mundo.

El príncipe Alexi en una imagen de archivo.
El príncipe Alexi en una imagen de archivo.
 

¿Crees que la pandemia de coronavirus puede ayudarnos a estar más alertas?

A veces sí, las tragedias pueden ayudarnos a comprender lo que es realmente importante. Me paso a mí. Yo me sentía muy cercano a mi padrastro. Un día fue al hospital y le dieron tres semanas de vida. Me quedé con él en Inglaterra todos esos días. Y él me mostró la verdad. En el lecho de muerte, lo superfluo desaparece. Si pierde el Chelsea, si tu hermano gana más que tú, una pelea con un rival... Solo queda el punto de apoyo de la vida, lo que realmente importa: el afecto, la cercanía de las personas que amas.

Fue una buena lección ...

Sí, cuando regresé a Nueva York decidí trabajar solo para garantizar a la familia una vida cotidiana decente y pasar más tiempo con ellos. Por cada acción, por cada elección, me pregunto: ¿me importaría esto si estuviera a punto de morirme? ¿Qué valor tendrá para mí? Por ejemplo, comencé a escribir poesía, porque creo que en ese momento estaré feliz de haberlo hecho.

Entonces, ¿cómo es tu rutina?

Me levanto a las 5, hago media hora de pilates y una hora de meditación védica antes de que mis hijos se despierten. Y por la noche, todos juntos pensamos en las cosas por las que tenemos que dar gracias, las estrellas y el mar, los juguetes y la comida. Nos ayuda a encontrar un equilibrio, a alimentar la creatividad, a ser la mejor versión de nosotros.

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