Sucedió un 31 de diciembre: estas son las Nocheviejas más célebres de la historia

  • En Nochevieja, las reuniones multitudinarias compiten con las muy privadas para proclamar vigente la esperanza de prosperidad y alegría.
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Fiesta privada, París, Nochevieja de 1960./ Foto: Dalmas/Sipa.

Excepcional

La noche de fin de año debe ser excepcional, pero no hay nada más difícil que conseguirlo en estos tiempos de placeres prefabricados. Un buen ejemplo antiguo de 'serendipity' es sin duda una ‘jam session’ con Louis Armstrong y Paul Newman. La orgía puede terminar donde uno elija, pero lo complicado es crear los prolegómenos, prolongarlos hasta convertirlos en un placer en sí mismo, en el alma de la fiesta. Música viva, talentos dispares y extraordinarios, americanos en París.

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Foto: Dalmas/Sipa.

¿Estás preparado?

Al comienzo de la escena de “Paris Blues”, la película dirigida por Martin Ritt a finales de 1960, Louis Armastrong se dirige a Paul Newman: “¿Estás preparado, tío?”. Y Newman responde con una voz cazallosa: “Lo estoy”. Alguien ha colgado en You Tube esta escena magnífica con música de Count Basie.

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Club 'El Morocco' en Nueva York, Nochevieja de 1949.

Perdido

El bigote de Dalí y el astracán de la dama con sombrero que asoma a la derecha de la foto todavía no han tropezado, pero la instantánea muestra que ambos están en camino, listos para el choque: su destino está trazado. Es el azar quien les ha hecho coincidir en el tumulto de esta fiesta en la célebre sala Morocco de Nueva York. La sorpresa debería ser el elemento crucial de un fin de año que se precie. Dalí sin Gala siempre estaba un poco perdido, pero esa noche lo estaba del todo. Alguien, sin embargo, corría en su auxilio.

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Nueva York. Nochevieja de 1958. / Foto: Fred W. McDarrah / Getty Images

Camino 

A Jack Kerouac no le frenaba nada, sabía que su vida dependía de seguir haciendo camino, de recorrer sin cesar carreteras infinitas a bordo de un coche grande como una bañera, compartiendo sus anchos asientos con un amigo y una amiga. Esa noche le pilló desprevenido, y no sorprende que eligiese como pareja a esa muñeca. Kerouac está roto, desubicado, sufre de claustrofobia y busca la salida de esta habitación, este edificio que le encierra, que le pone límites, que le enloquece y del que está dispuesto, en el siguiente segundo, a huir.

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Frende de la I Guerra Mundial. Nochevieja de 1915 / Foto: R. Sennecke / Paul Thompson/ FPG / Getty Images.

Soledad

No hay noche más triste que la de fin de año para quien no ha tenido la fortuna de encontrar a tiempo alivio para su soledad. Y no hay noche más feliz, aunque haga frío y estés en mitad de una guerra, aunque ni siquiera soñando logres reencontrarte con tu chica o tu mujer o tu madre, no hay noche más feliz que la del soldado en esta breve tregua. Mañana le espera el impacto de la bala, la caída del obús. Pero ahora tiene a compañeros con los que compartir la miseria temblorosa, perdidos todos en el lejano frente.

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Tina Turner en Río de Janeiro. Nochevieja de 1987 / Foto: Dave Hogan / Getty Images

Playa 

La noche de fin de año en la playa de Rio de Janeiro es una imagen cabal de la orgía perpetua a la que alude en un título Mario Vargas Llosa. Pero si Tina Turner ha pisado su arena, si ha llegado hasta las aguas tibias del mar tropical, si Tina se arremanga la falda para mojarse hasta sus fuertes muslos, Rio, que siempre sonríe con aire de fiesta, Rio se convierte entonces, por unas horas, en el paraíso.

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Embajada de España en Washington. Nochevieja de 1956 / Foto: Volkmar K. Wentzel y Donald Mcbain.

Antaño 

Bajo las arañas de cristal cuyas lágrimas atravesadas por las luces crean y repiten mil arcoiris que centellean en las paredes blancas de la embajada española en Washington, los blancos trajes largos de las damiselas de los años cincuenta giran y giran y mil veces girarán en la larga noche de fin de año bajo la sonriente mirada de los apuestos caballeros que muestran su rostro más diplomático. Lejos queda la España gris y triste y dura del dictador.

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